Inicio US Open US Open 2023 La delgadísima línea entre el deseo y la ansiedad
Jon Rahm firma el par en otra vuelta de golf donde el resultado ha sido cicatero respecto a su juego

La delgadísima línea entre el deseo y la ansiedad

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Jon Rahm - US Open Championship
Jon Rahm. (Jeff Haynes/USGA)

Hoyo 6 del North course de Los Angeles Country Club. Par 4 corto. Un dulce caramelo que se puede envenenar a las primeras de cambio. Jon Rahm llega este sábado a ese tee con un resultado de uno bajo par en el día y jugando de libro.

Birdie en el 1 cazando calle y el green de dos; gran opción de birdie en el 2; calle, green y dos putts en el 3; green y dos putts en el 4 y calle, green y dos putts en el 5. Inmaculado.

Cero problemas más allá de algún putt-compromiso de vuelta para par que siempre caen en los Grandes. Su golpe de salida es buenísimo, bota en green (insistimos en lo de par 4) y acaba en el búnker. Injugable. Se podía haber quedado de cualquier manera y sería una opción de birdie con una buena sacada. No era un mal sitio. Pero la bola está injugable, hasta el punto de que tiene que jugar de espaldas al hoyo y sacarla de green.

No hay mejor manera de definir el golf de Rahm desde que ganó el Masters de Augusta que este hoyo 6. El juego sigue siendo muy bueno, hoy lo ha bordado de tee a green, pero da la sensación de que nada cae de su lado. Es como si los duendes del golf estuvieran diciendo: lo sentimos, Jon, pero tú ya has tenido demasiado este año con los cuatro triunfos y una Chaqueta Verde. No seas abusón.

Bien, esta explicación algo onírica y friki puede valer, que sí, que estas cosas que muchas veces conocemos con el concepto de dinámicas pasan en el deporte, pero también hay un argumento mucho más pegado a la tierra, a la lógica, más científico si cabe. Es esa finísima línea que transita entre el deseo y vamos a llamarlo la ansiedad. El primer paso para conseguir un objetivo es quererlo más que nadie. Esto es de primero de motivación en la competición. Pero claro, si lo queremos tanto que casi lo convertimos en obsesión, podemos caer en la ansiedad y esto no es bueno. Te hace ir a por las cosas de una manera más impulsiva y acabas, aquí y allá, dando una ventaja a tus rivales.

Rahm se encuentra en ese punto. Nadie desea las cosas más que Jon, pero precisamente su excepcional inicio de año, con cuatro victorias y un Masters de Augusta, ha alimentado a la bestia, al deseo casi irracional que le viene desde los genes de ganar todo lo que se ponga por delante. En cuanto siente que se le está escapando una vuelta o un torneo, como sucedió el viernes en la segunda ronda del US Open, fuerza las cosas un punto más de lo debido y se le acaba volviendo en contra.

Insistimos, esto es muy fácil escribirlo o hablarlo sentado en una silla, pero la línea es extremadamente delgada y hay que aprender a mantenerse sobre ese alambre, sin que decaiga el deseo, algo que ojalá jamás le pase a Jon, pero sin que al mismo tiempo pueda actuar en su contra. Las experiencia ayudan y hay pocos golfistas en el mundo que evolucionen mejor y más rápido que el león de Barrika. En esas está.

«Desde México está ocurriendo eso. Estoy jugando bien, por ejemplo en el Memorial, donde me faltó meter un par de putts, pero estoy a esto (hace el gesto de unir al máximo el pulgar y el índice de su mano izquierda (ver vídeo)) de hacer resultado y por qué no va a suceder mañana, puede ser. Tengo confianza de que queda un buen resultado para mañana. La diferencia entre un par hoy o un -4 no es tanta», afirmaba este sábado al acabar su ronda.

Hoy Rahm ha jugado brillante de tee a green. No hay mejor ejemplo que sus tres tiros en los hoyos 4, 7 y 11. Si hacemos una media de las distancias donde ha dejado la bola, probablemente a nadie le saldrá un número mejor en estos tres pares 3 que son auténticos cocos. Sus dos únicos birdies han llegado pateando para eagle en los hoyos 1 y 8. Ha merecido más. Ha echado en falta algún putt de media y larga distancia de los que ayudan a impulsar una vuelta. Pues eso, un quiero y no puedo, días en los que no sale casi nada. Y para luchar contra eso, nada mejor que poner las cosas en perspectiva. A Jon no le cuesta: «cuando las cosas van así, nada, pienso en lo que he hecho ya este año y firmaría todos los años de mi vida con lo que ya he hecho en 2023», afirma con una sonrisa.

Finalmente ha entregado una tarjeta de 70 golpes, par del campo, y se mantiene con dos sobre par. Con ese resultado acabará el día ganando unos 20 puestos, quizá algunos más. Pero sí, debería haber sido mejor.

Sergio García (+2) ha firmado una tarjeta de 71 golpes en la tercera ronda. Ha estado brillante desde el tee, aunque algo irregular en los tiros a green. Le ha faltado al de Borriol aprovechar mejor hoyos que en teoría son asequibles como el 1, 8, 15 y 6, aunque éste último también puede ser traicionero y no va regalando los birdies. No ha hecho birdie en ninguno de esos. De hecho, de los teóricos fáciles, sólo ha aprovechado el 3, ya que el 14, aunque sea un par 5, no es ningún regalito. Se está jugando como el undécimo más complicado del campo.

Por contra, David Puig (+7), que también partía de +2, ha sufrido hoy de lo lindo con una vuelta de 75 golpes. Le ha cazado el North course. Ha hecho cinco bogeys, un doble bogey y dos birdies. El inicio con bogey en el 1, el hoyo más asequible de Los Angeles Country Club, ha ejercido ya de mal presagio. Ha cogido sólo seis calles y nueve greenes, un día cuesta arriba. Mañana se podrá quitar el mal sabor de boca.

Resultados en directo del US Open Championship 2023