Álvaro Quirós es sin duda, a día de hoy, una de las sensaciones del golf mundial. Y no es ninguna exageración…
Convergen en él una serie de características que lo distinguen: nadie la pega más fuerte que él, se mueve con soltura en momentos de presión y… tiene carisma, seguramente por su espontaneidad y naturalidad.
Todo esto y algo más se vio hace poco más de dos meses en el Oceanico Victoria Golf Course de Vilamoura, donde el país vecino se ha sacado de la manga un torneazo que reparte tres millones de euros y que va a más… Así que por allí andaban los Karlsson, Westwood, Jiménez, Monty, McDowell, McIlroy, Kaymer, Cabrera, Ross Fischer… A todos tumbó el joven de Guadiaro sin inmutarse, con cuatro días de golf de un empaque intimidante (lo más que le hizo al recorrido luso fue un 68).
Los caminos del golf son inescrutables… Anduvo Quirós algo mosqueado los tres primeros días de torneo porque estaba jugando de cine de tee a green pero sentía que no estaba sacando todo el provecho debido en los greenes. "No soy un mal pateador, pero soy un pateador pobre", es una de las sentencias clásicas de Álvaro. Su razonamiento parecía lógico hasta el sábado: "si no respondes bien con el putter, antes o después te caes, sobre todo en momentos de máxima presión".
¿Y saben lo que ocurrió? Pues ocurrió que el domingo su juego de tee a green bajó enteros, tal y como él temía, pero comenzó a embocarlas desde todas las esquinas. Sumó 22 putts en la cuarta jornada, un registro extraordinario y terminó ganando con una solvencia y claridad nada habituales en el circuito europeo, con tres golpes de diferencia.