Alejandro Cañizares ha completado la mejor temporada de su carrera en lo que a ingresos se refiere y la segunda mejor en cuanto al ranking final en la Race to Dubai (terminaba 40º y en 2010 acabó el 38º). Sin embargo, este andaluz adoptivo explica cuál es la realidad que él percibe más allá de los registros. «Este año 2016 ha sido mi temporada más lucrativa, pero ni mucho menos ha sido la mejor en cuanto a juego. Demasiado irregular. Comencé bien el año y más adelante, hacia la mitad de la temporada, mi juego largo empezó a ser más bien pobre. El juego corto siempre ha estado ahí y también he pateado bien. Un tercer puesto al final en un torneo con tanto dinero (Nedbank, perteneciente a las Series finales) siempre resulta un empujón, pero lo cierto es que no he estado casi ninguna semana con opciones reales de victoria. Mi mejor año de profesional en cuanto a juego sigue siendo 2010, una temporada en la que disputé dos desempates por el triunfo».
Cuando le pedimos a Cañi que señale la parcela de su profesión en el que más margen de mejora tiene, no duda demasiado: «tengo mucho margen de mejora mentalmente». Y desvela una novedad que, de momento, está dando ya sus frutos. «He empezado a trabajar con Lee Crombleholme, un psicólogo deportivo especializado en golf que trabaja con una docena al menos de jugadores ingleses, y estoy muy satisfecho. Comencé en Holanda y ya me fue muy bien. Me está ayudando mucho». Crombleholme, en efecto, trabaja entre otros con Andy Sullivan, jugador que ya ha destacado varias veces en público la labor de este psicólogo.
«Está muy claro que los deportistas necesitamos este tipo de trabajo mental. Quien diga que no, o es un superdotado o no sabe bien de lo que está hablando, en mi opinión», sentencia Alejandro. De entrada, y aunque el dato pueda resultar excesivamente oportunista, hay que señalar que Cañizares ha conseguido en el último tercio de la temporada dos tercios de sus ganancias totales, justo desde el KLM en Holanda, que es cuando comenzó a trabajar con el nuevo psicólogo…
Pero no sólo de la mente vive el golfista, obviamente. Cañi también entiende que tiene que afinar más el aspecto físico. «Tengo 33 años y ya no soy ningún chaval. Y es por todos sabido que no le pego muy fuerte al drive y en el circuito europeo esto es algo cada vez más importante. Yo, por contra, sigo perdiendo peso en cada semana de torneo y voy a invertir tiempo y dinero en este descanso invernal para saber por qué y cómo arreglarlo. Cada ‘gramo’ más de energía que pueda tener en el campo será bienvenido. Hay a quien le sobra genéticamente, pero no es mi caso».
En cualquier caso, y aunque sigue puliendo y mejorando su equipo de trabajo, el andaluz no quiere ponerse metas concretas. «No hay saltos que deba dar obligatoriamente, sólo aspiro a ser cada vez un poco mejor. Me encantaría llegar al top-50 del mundo y jugar los cuatro grandes y los cuatro WGC, y además pienso que es posible, pero creo que sería un tremendo error ponerme como meta este tipo de resultados concretos. Sería como añadir una presión interna que puede llegar a ser hasta bloqueante. Mi objetivo y mi aspiración es seguir mejorando, más que tener un resultado concreto que conseguir».
