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JIM FURYK

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(Según la mirada particular de Rafael González Caballero, Corresponsal de Ten-Golf en Estados Unidos)

 

ImageEl golf necesita sus mitos, sus héroes, sus favoritos. Los necesita para sobrevivir, para popularizarse, para vender. Sucede en todos los deportes y tengo la impresión de que seguirá sucediendo por los siglos de los siglos. Nuestros hijos y, a poco que nos cuidemos, nuestros nietos, nos preguntarán cómo era Tiger Woods. Y seguramente les diremos que le vimos jugar en plenitud y que dominó el golf de comienzos del Siglo XXI. Pero como sucedió a los contemporáneos de Jack Nicklaus y de otros inmortales del golf, la virtud y la calidad de los que no llegaron a ser mitos desaparecerá en la noche de los tiempos. Hoy quiero hacer mención especial de uno de ellos: Jim Furyk, un hombre con mucho golf que tuvo la mala suerte de ser contemporáneo de Tiger Woods.

Furyk es la demostración de que se puede alcanzar el máximo nivel de golf sin necesidad de seguir estrictos patrones técnicos. En el circuito americano, es conocido por tener un swing poco convencional, poco ortodoxo; pero como dice el propio Furyk en un anuncio del PGA Tour (se puede ver en la sección Ten Vídeo), no tiene nada de malo ser poco convencional. 

Dos cosas me han llamado siempre la atención de Jim Furyk. Una, sin duda, es este swing tan especial. A diferencia de jugadores más musculados como Tiger Woods, o el propio Sergio García, cuyo swing es relativamente uniforme y cuya eficacia depende en gran medida de la fuerza física; el swing de Furyk se asemeja más al de Vijay Singh. Es un swing que gana en rapidez durante su ejecución, y que alcanza su máxima velocidad en el momento del impacto. Las manos pasan pegadas a la cadera. En el caso de Furyk, este swing acelerado va acompañado de una elevación casi vertical del palo en el 'back swing', una ligera flexión de la muñeca y un efecto ‘latigazo’ en el momento del contacto. Sea lo que sea lo que hace el bueno de Jim, el golpe resulta tan eficaz como preciso.

Hay otra característica de Furyk que siempre he admirado: su paciencia. Siempre me ha parecido un hombre paciente en momentos clave en los que otros se derrumban. Es paciente cuando no está jugando bien y necesita recuperarse; y también lo es cuando los birdies no llegan y parece que el líder se escapa. Esta virtud le ha servido para estar siempre entre los mejor colocados de los torneos más importantes … y, por supuesto, para alcanzar el tercer puesto de la clasificación mundial. Por primera vez le vi perder la compostura en un torneo que precisamente no lo merecía. Fue en el Target World Challenge de este año. Tiró una bola al agua y golpeó con fiereza el suelo del tee con el palo. Espero que sólo sea un espejismo y que el eterno Furyk encuentre la paz el año que viene. Ganar pronto algún torneo sería alimento definitivo para su infinita paciencia.