Inicio Ryder Cup El milagro de Gleneagles requería algo más…

El milagro de Gleneagles requería algo más…

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Europa ha ganado con rotundidad y justicia la 40ª edición de la Ryder Cup. Sobrada de argumentos y arsenal. El equipo continental alarga su imponente historial ante el gigante. Pasan las generaciones de golfistas y, desde el año 1979, el palmarés azul es netamente superior: diez victorias, siete derrotas y un empate (1989), que en realidad puede y debe traducirse como una victoria más, puesto que sirvió para retener la copa. Son ya ocho victorias, tres consecutivas, en las últimas diez ediciones. Europa domina hoy en día la Ryder Cup.

El equipo de Paul McGinley también ha ganado los individuales (parcial de 6,5 – 5,5) en Gleneagles. Los de las barras y estrellas han buscado el milagro, no cabe duda, aunque quizá les haya faltado en conjunto algo de convicción. Tan sólo durante un rato, apenas transcurridas dos horas de juego y durante una hora aproximadamente, sí pareció que era posible la gesta. En ese momento, con los últimos partidos recién comenzados, el marcador sí se teñía de rojo…

La titánica reacción de Graeme McDowell en el primer partido, levantando un tres abajo hasta descabalar el juego de Jordan Spieth, fue algo así como el toque a rebato. Justin Rose recogió el testigo y levantó también un cuatro en contra pesadísimo frente a Hunter Mahan. Se habían acabado las concesiones. Así retornaba paulatinamente el control a las manos del bando azul y ya no hubo una respuesta norteamericana, una segunda carga, un ataque deseperado. No pudieron revolverse los estadounidenses y tampoco, habría que puntualizar, dejaron mucho resquicio los europeos, exquisitamente bien preparados en el plano psicológico: cada uno a su partido, a su punto, a su hoyo, al golpe que toque pegar…

Jamie Donaldson podrá contar que él obtuvo el punto decisivo, el que amarraba el triunfo, y que lo hizo sin siquiera tener que patear después de pegar un golpazo desde la calle del 15 que dejaba dado el birdie. Gloria a este novato veterano, que puede sentirse muy orgulloso de lo que ha hecho. Paul McGinley corría y se lanzaba a la chepa del galés nada más ver el resultado del golpe, sin embargo detenía bruscamente la celebración. A la izquierda de Donaldson estaba Tom Watson dándole la mano y la enhorabuena al rival. Deporte y señorío. Ryder Cup.

Así lo vivimos en directo.