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Rory y Jon, que estáis en los cielos

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Rory McIlroy y Jon Rahm celebran la victoria en la Ryder Cup 2023. © Golffile | Pedro Salado
Rory McIlroy y Jon Rahm celebran la victoria en la Ryder Cup 2023. © Golffile | Pedro Salado

Rory ha cumplido ya su séptima Ryder Cup y señaló ayer que ya está en los back nine de su trayectoria en esta competición dentro de las cuerdas (fuera de ellas le quedarían en cualquier caso unas cuantas más ediciones). Viene a decirnos el líder norirlandés que ya ha traspasado el ecuador y la historia le da la razón en este sentido. No olvidemos que el jugador con más ediciones disputadas es Phil Mickelson, con doce, seguido por Nick Faldo (11), Lee Westwood (11), Sergio García (10), Bernhard Langer (10) y Christy O’Connor (10).

¿Hasta dónde llegará Rory? En la edición de 2025 en Bethpage tendría 36 años, y 38 en la de Irlanda de 2027; 40 en la de Hazeltine de 2029 y 42 en la edición de 2031, que ojalá se dispute en España, si no es en el PGA de Cataluña (parece que los gurús del ‘procés’ no andan muy por la labor), que sea por ejemplo en Madrid… La edad no debería ser a priori un problema para que dispute al menos estas próximas cuatro ediciones, aunque también parece osado ponerse a hacer predicciones a ocho años vista. Después, todavía lo veríamos de vicecapitán y finalmente de capitán, sin lugar a dudas.

Rory, en todo caso, comienza a engrosar registros significativos. Esta semana ya ha entrado en el top ten histórico del equipo europeo, respecto a los partidos disputados de Ryder Cup, que son ya 33. En este apartado sólo tiene ya nueve nombres por delante del equipo europeo y cinco del estadounidense: Phil Mickelson (47), Lee Westwood (47), Nick Faldo (46), Sergio García (45), Bernhard Langer (42), Neil Coles (40), Severiano Ballesteros (37), Billy Casper (37), Tiger Woods (37), Christy O’Connor (36), Colin Montgomerie (36), Tony Jacklin (35), Lanny Wadkins (34) y Jim Furyk (34).

Como quiera que la Ryder es un ‘ser vivo’ complejo y fascinante, el liderazgo de un jugador va mucho más allá de los números, puros y duros. El mejor ejemplo es el de Seve, que está presente en cada edición de una manera u otra, pero siempre estremecedora, y no fue ni el que más Ryder jugó (8), ni el que más partidos (37), ni el que más puntos sumó (22,5), ni obtuvo el mejor porcentaje de puntos sumados (60,81), aunque destacase en cada apartado, por supuesto. Rory, por ejemplo, ha dado un salto de gigante esta semana en lo que a puntuación se refiere, alcanzando los 18 puntos en 33 partidos. Siendo un buen registro, no es de los mejores en este aspecto, pero ahora mismo no hay un jugador que parezca más imprescindible.

¿O sí? Porque imprescindible se hace también ya la presencia de Jon Rahm, dicho en todos los sentidos. Por lo que aporta dentro de las cuerdas y fuera de ellas. Se ha referido Jon después del triunfo europeo a lo difícil que es mantener el tipo ante el legado que él ha heredado del golf español en la Ryder. Y no puede tener más razón. El listón está en las nubes: Seve, Chema, Sergio… Desde que Europa juega como tal siempre ha habido al menos un jugador español en el equipo en todas y cada una de las 22 ediciones que se han disputado, siempre, y digamos que el equipo europeo se ha acostumbrado a disponer de ese ‘ancla español’ en el campo y en el vestuario, del espíritu indómito y alegre de nuestros golfistas cuando se pintan la cara con los colores de la Ryder. ¿Llegará esa edición en la que no haya ni un jugador español? Ciertamente no debe descartarse la posibilidad, pero es seguro que nunca faltará la aportación española en el grupo (capitán, vicecapitanes, asistentes, etcétera).

Cada cual tiene su carácter y su manera de expresarlo. Ni Chema era como Seve, ni Sergio como cualquiera de ellos dos, así como Jon tampoco es como ninguno. A Jon siempre se le ha admirado y respetado una barbaridad, desde que llegó a ese vestuario en 2018, por sus condiciones como jugador de golf, pero el español también se ha hecho un hueco ya en el corazón de sus compañeros, sean jugadores o del staff técnico, y en ese conglomerado informe de emociones que podríamos denominar como ‘alma’ de un grupo.

Y por ahí, precisamente por ahí, pasa el ‘misterio europeo’ de la Ryder Cup, por ese vínculo indestructible que al final no es otra cosa que un generador permanente de energía positiva.

La figura de Jon Rahm en la Ryder Cup ya ha trascendido a sus propios números, que es de lo que se trata y de lo que uno habla cuando se refiere a un concepto tan difuso e inabarcable como el de legado. De todos modos, conviene repasarlos, porque el español suma ya 7,5 puntos en doce partidos, para un porcentaje del 62,50, un registro que ya hace algo más que sacar la cabeza por encima de la media. Además, Jon ha jugado hasta la fecha cuatro partidos de foursomes y los ha ganado todos (dos junto a Sergio en 2021 y otros dos con Hatton en 2023).

Esto de los foursomes no es ninguna tontería, puesto que está demostrado, sobre todo en las últimas ediciones, que es la modalidad que marca de verdad las diferencias entre Europa y Estados Unidos. Y además mantiene viva y al alza la tradición española en esta parcela, que es deslumbrante: Sergio ganó doce partidos de foursomes, el que más en la historia de la Ryder, de 19 partidos; pero es que Seve ganó diez en catorce partidos y Olazábal siete en diez partidos. Los tres se encuentran entre los diez mejores jugadores de la historia de la Ryder en foursome, contando ambas escuadras. En fin, hay un tipo llamado Jack Nicklaus que jugó nueve foursomes, ganó ocho y sólo perdió uno… Estamos hablando de esa talla de jugadores y Jon mantiene en esta modalidad una línea mucho más que interesante.

El respeto y la admiración profesional son la base de la relación entre McIlroy y Rahm, pero no han dejado de abrir más y más espacio a otra manera de entenderse e interactuar, sobre todo esta semana y durante la convivencia previa que hizo el equipo europeo en el Marco Simone. Es la Ryder, que todo lo traspasa. O la convicción verdadera de que cada punto que sumen lo suma fundamentalmente Europa. Y no tanto Rory o Jon.