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El shock terrorífico de Quirós

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Cualquier jugador amateur de golf, sea cual sea su hándicap, debería estar curado de espanto respecto a las pequeñas tragedias deportivas que este deporte nos tiene reservadas a diario. También los profesionales, por supuesto, aunque en su caso la resonancia del caso es mayor, y probablemente también la gravedad del mismo, puesto que se están jugando el ‘parné’…

Vayamos a un ejemplo práctico, sucedido este mismo viernes, en la segunda jornada del Abu Dhabi HSBC Golf Championship, cita de altos vuelos con la presencia del Número Uno, Rory McIlroy.

Álvaro Quirós venía cinco bajo par luchando en los últimos hoyos de su ronda por hacerse incluso con un hueco en el top-ten del torneo y prepararse así una excelente lanzadera de cara al fiin de semana.Tras unos nueve primeros hoyos algo fríos, venía inspirado por la segunda mitad del recorrido, haciendo birdies y ganando posiciones. En el hoyo 16, afrontando ya el último tramo del recorrido, pegaba un drive sobresaliente de salida, saltándose de vuelo la esquina de un marcado dog leg a la izquierda y dejándose un segundo tiro más bien corto a green.

Una nueva opción de birdie parecía casi obligatoria, en vista del buen ritmo de juego y birdies que traía el español. Sin embargo, fallaba el disparo a green y además la bola se le quedaba huevo frito en un bunker. Desde allí, todavía salvaba un gran bogey tras efectuar una sacada deficiente desde la arena…

En el 17, un nuevo e inesperado tropiezo. Firmaba un nuevo bogey cuando estaba pateando para birdie desde unos cinco metros. Se pasó un metro con el primer putt y erraba el de vuelta.

El 18 del Abu Dhabi Golf Club es un par 5, así que todavía podía pensarse en una vuelta bajo par en el día y en enterrar las malas sensaciones. Pero Quirós estaba ya tocado. Su disparo desde el tee no se iba al agua de milagro, aunque se quedaba en muy mala posición. Desde allí, Álvaro arriesgaba y enviaba la bola al agua, y después de dropar repetía desastre: otra bola más al agua. Total, un cuádruple bogey con el que completaba una terrorífica última media hora de juego que además lo dejaba fuera del fin de semana.

No hay moraleja en la historia, aunque de todo se puede aprender: si está a la orden del día que hasta los mejores profesionales patinen de semejante modo, qué desaguisados no haremos los demás…