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Pablo Larrazábal nos explica por qué los greenes de Abu Dhabi son de los mejores del año

Con la piel de cordero colgada en la taquilla de Abu Dhabi

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No hace falta ser un as de la investigación como Colombo para concluir que Pablo Larrazábal es, de largo, el mejor español en el Abu Dhabi HSBC Championship a lo largo de la historia. Desde que se estrenó este torneo en 2006, el golfista de Barcelona es el único de los nuestros que ha ganado, pero además tiene un segundo puesto, un sexto y un undécimo. Sólo aquí ha sumado cerca de 100 puntos en el ranking mundial y no hay muchos jugadores en el mundo mejores cuando se trata de pisar este lado del Emirato. Apunten los nombres de Rory McIlroy, Martin Kaymer, Paul Casey, Henrik Stenson y Tommy Fleetwood… y paren ustedes de contar.

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Sin embargo, cada año que pisa Abu Dhabi, Pablo prefiere colgar en la taquilla la piel de cordero (ahora sólo puede hacerlo metafóricamente por el Covid). Desde sus primeras visitas no se ha cansado de repetir que no es un campo que se adapta precisamente a sus características. Este año, por supuesto, no iba a ser una excepción, mucho más cuando se espera una edición con menos rough del habitual y él no llega en perfecto estado de revista. En el parón invernal de diciembre ha apostado duro por el gimnasio y la desconexión del golf, por lo que su swing anda cogido con alfileres. Si aún lo ponen en duda, no hay más que escucharlo a él en esta reflexión, hecha medio en broma aunque esconde una verdad como un templo…

En cualquier caso, Larrazábal siempre se ha entendido bien con el Abu Dhabi Golf Club. Una de las razones de su éxito está en los greenes. Literalmente le encantan. Es cierto que son alabados por la inmensa mayoría de los jugadores, pero el catalán siente una conexión especial. ¿Las razones? Aquí las explica…

Algo tendrá el agua cuando la bendicen. Rascamos un poco más entre las palmeras de Abu Dhabi, preguntando aquí y allá por los greenes, y encontramos más datos. Son muy buenos porque la bola rueda espectacular, rápidos y muy nobles, aunque todavía tienen margen de mejora. Los más expertos y puristas echan de menos que no se puedan poner más firmes. Sería la guinda a un campo fantástico. La imposibilidad de darles ese giro de tuerca es física. Son ya antiguos, de los años 90, y tienen mucho material debajo de la hierba. Por más que se sequen siempre guardan algo de humedad y la bola no bota, para que nos entendamos, como si golpeara a un tambor, sino que siempre encuentra un poco de colchón.

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En este sentido, el European Tour está tratando de convencer al dueño que ha comprado el campo recientemente para realizar una obra importante, levantar los greenes y rematar una pieza maestra. Quién sabe si lo podremos tener para el próximo año, sería una extraordinaria noticia.

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