Fue justo en el green del hoyo 12. Exactamente después de pegar el mejor golpe del día en el auténtico corazón del Amen Córner. Jon Rahm se jugó el bigote y se ganó el birdie con un putt de metro y medio. Ahí miró a la clasificación y vio que Matsuyama había hecho bogey en el 1. Justo en ese instante la calculadora de Rahm empezó a echar humo. Cuidado que todavía me meto en el lío, se dijo…
«Sí que pensé que si conseguía hacer birdie en los dos pares 5 y arañar alguno más por ahí para acabar con -8 aún podrían pasar cosas. Matsuyama estaba con -10 y había que ver. De pronto me podía meter en la pelea. Sí lo pensé, aunque son mucho y si, y si, y si…», aseguró un feliz Jon justo después de firmar la tarjeta.
El golfista de Barrika se marcha feliz del Masters y, sobe todo, convencido de que algún día se llevará esa Chaqueta Verde al armario de su casa. «Creo que mi año está por llegar y espero que sea pronto», afirmó. Una absoluta y decidida declaraciones de intenciones. Sus números en Augusta lo avalan. Se encuentra a gusto en este campo, le encanta y, sobre todo, está seguro de que puede hacer pocas. «Esta última vuelta me demuestra que puedo firmar pocos golpes en una última jornada. Seguro que me ayuda en el futuro», apuntó.
Aquí tienen sus declaraciones completas tras rubricar la mejor vuelta del día:
La diferencia en el día de hoy… «Es golf. Cada uno de esos tres primeros días fue diferente. Ayer jugué muy parecido a hoy y ya se ve la gran diferencia. Hoy he hecho lo que no pude hacer los primeros días. He empezado con mucha confianza y fuerza en los primeros hoyos y eso me ha dado fuerza»
Y aún pudo ser más baja su vuelta… «Siendo sincero los putts del 3, 4, 6, 10, 13, 16 y 18 eran muy metibles. Quién sabe lo que habría pasado. Sé que es mucho de y si… pero me he dado muchas opciones. He jugado mejor de lo que refleja. El único momento que he sufrido es el 17. Lo bueno es que hoy he jugado muy bien y sé que soy capaz de jugar bien en Augusta en una última ronda».
La buena perspectiva que le ofrece la paternidad… «Lo he notado esta semana. Una vez los palos entran en el maletero la mentalidad cambia un poco. Ser padre lo pone todo en perspectiva. Me ayuda a separar el golf de la vida real. Termino y me olvido del golf y pienson en Kepa y Kelley. Esto sólo va a ayudar».