Bryson DeChambeau se pasó de frenada este viernes en Quail Hollow. Nada más terminar su segunda vuelta en el Wells Fargo Championship se fue al vestuario, se cambió de ropa, empaquetó los palos y pidió a su compañía de vuelos privados que le tuviera preparado un avión para volver a casa. Había acabado con un resultado de +2, ocupaba el puesto 90º y se marchó convencido de que había fallado el corte.
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A mitad de vuelo, en algún lugar entre Charlotte y Dallas, DeChambeau recibió un mensaje de su agente. «Ojo, estás en el puesto 68º y aún no ha terminado el juego». DeChambeau no daba crédito. «Me parecía imposible, cómo iba a ser eso. No esperaba que las condiciones fueran a empeorar tanto. Iba en el avión atónito». Pues sí que era posible. Lo más extraño es que a DeChambeau, un genio de los números, le fallaran en esta ocasión las matemáticas. Cuando aterrizó en Dallas, tres horas después de salir, estaba ya en el puesto 64º, dentro del corte.
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DeChambeau valoró varias opciones. La primera fue subirse de nuevo al avión y regresar de vuelta. «Eso no fue posible porque la tripulación debía descansar. Además, el avión tenía que repostar. Otra opción que se me pasó por la cabeza, aunque ni valoré fue darme de baja del torneo. Nunca había hecho eso a Wells Fargo o a Quail Hollow. Además, habrá perdido puntos de ranking mundial. No tenía sentido», explicó hoy tras acabar la tercera ronda. Finalmente, decidieron regresar a las 2.45 de la mañana del sábado.
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DeChambeau se fue a la cama ayer a las ocho de la tarde tras trabajar una hora en el gimnasio y cenar con algunos amigos. Se ha despertado a la una de la mañana y se ha ido al aeropuerto. A las 06.20, hora local, aterrizaban en Charlotte. Condujo media hora hasta el campo, se fue al vestuario, se puso la ropa de golf y se fue al putting green. Estaba listo para salir a jugar a las 08.10. Hasta le sobró tiempo…
El palizón no le ha salido mal a DeChambeau. Ha entregado una tarjeta de 68 golpes, a pesar del doble bogey en el últino hoyo, y ha recuperado un buen número de posiciones en la clasificación. «El error me ha salido caro, pero de estas cosas hay que aprender. Seguro que no me vuelve a pasar algo así», explicaba al terminar con una sonrisa en la cara.
