Inicio Blogs David Durán Tres horas y cincuenta minutos deberían ser más que suficientes

Tres horas y cincuenta minutos deberían ser más que suficientes

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Shane Lowry, ganador del Open Championship 2019. © Golffile | Fran Caffrey
Shane Lowry, ganador del Open Championship 2019. © Golffile | Fran Caffrey

Vamos a tratar de licuar los últimos grandes apuntes y pequeños detalles de un excelente Open Championship. Allá vamos:

El domingo, en una jornada muy complicada por culpa del viento y del agua, el partido de Tony Finau y Jon Rahm finalizaba la ronda en cuatro horas y quince minutos. El sábado, por ejemplo, el partido de Dustin Johnson y Alex Noren completaba los 18 hoyos del Dunluce course en tres horas y cincuenta minutos… Un minuto más de lo que estaba previsto, que eran tres horas y cuarenta y nueve minutos. Pero se lo vamos a perdonar. Esta debería ser la medida estándar del golf profesional en partidos de dos jugadores, se pongan como se pongan al otro lado del Atlántico. Y de ahí, incluso hacia abajo. Las vueltas del PGA Tour de cinco o cinco horas y media son insufribles.

VÍDEO | Metemos el bisturí por última vez en Royal Portrush

En este sentido, y volviendo al emparejamiento final de Finau y Rahm, apuntamos de nuevo una de las imágenes del torneo, que fue la de Roger Bathurst, árbitro del partido, acercándose a los dos jugadores cuando más arreciaba la lluvia y el viento, en el tee del hoyo 11, educado y flemático, para recordarles que el juego no se había suspendido, que había que seguir jugando, que a qué esperaban. Era más que comprensible que Jon y Tony trataran de tomarse su tiempo, porque hay que señalar, no es broma, que el muro de agua que caía en ese momento difuminaba tanto la visión que apenas se apreciaba nada más allá de cincuenta metros. Pero también era de ley que el árbitro inglés (Batman lo llaman sus compañeros a través de los walkies, haciendo un juego de palabras con su apellido) dejara tan meridianamente claro cuál es el espíritu de este bello deporte.

A Rahm y Finau les entró una risa nerviosa: “señores, hay que seguir jugando al golf”

Tommy Fleetwood abraza a Shane Lowry tras la victoria del irlandés en el Open. © Golffile | Ken Murray
Tommy Fleetwood abraza a Shane Lowry tras la victoria del irlandés en el Open. © Golffile | Ken Murray

La estampa de Tommy Fleetwood aplaudiendo a Shane Lowry en el green del 18 queda también grabada. Pero aplaudiendo de verdad, no chocando levemente las manos tres o cuatro veces. Ojalá fueran éstas las imágenes que definieran a un ‘influencer’…

Este año el Royal & Ancient ha permitido a las webs grabar en video las declaraciones de los jugadores. Es un avance que se agradece.

Jon Rahm en el hoyo 5 durante la ronda final en Royal Portrush. © Golffile | Ken Murray
Jon Rahm en el hoyo 5 durante la ronda final en Royal Portrush. © Golffile | Ken Murray

– Jon Rahm se lleva una lección fundamental de los links (nunca se deja de aprender): si vas a un bunker de calle, lo normal es que tengas que asumir el bogey y, sólo así, sacarás en ocasiones el par. El hoyo 1 le costó ayer demasiado caro, seguramente porque trató de hacer un poco más de la cuenta desde la arena. Su decisión de salir con drive en este hoyo, sin embargo, con el viento en contra en ese momento, fue agresiva, pero brillante al fin y al cabo, teniendo en cuenta como venía pegando con este palo durante toda la semana. Después, no todo sale como uno quiere, claro.

Rahm: un paso hacia atrás que en realidad es un paso adelante

– Royal Portrush ha estado a la altura de las más altas expectativas. Una belleza y un gran reto deportivo. Como nos decía Miguel Vidaor, director de torneos del European Tour, que ha estado esta semana por aquí ejerciendo de árbitro, y también Iñigo Urquizu o Pello Iguarán (con todos ellos coincidíamos ayer en el aeropuerto) incluso los dos hoyos nuevos, el 7 y el 8, parecían llevar ahí toda la vida…

Vista del hoyo 7 de Royal Portrush durante la jornada final del Open. © Golffile | David Lloyd
Vista del hoyo 7 de Royal Portrush durante la jornada final del Open. © Golffile | David Lloyd

El regreso a Portrush, más pronto que tarde

– Aquellos 13 hoyos de Jorge Campillo del viernes, en los que se sintió él mismo, desplegando el juego que acostumbra en los últimos tiempos y más allá del escenario y el torneo, son más importantes de lo que él mismo intuye a día de hoy. Volvemos a repetirlo: él lleva sus tiempos y seguro que lo veremos un domingo de Grande en los últimos partidos.

Mientras transcurría la última jornada, igual que la del sábado, fue emocionante comprobar cómo se seguía en la carpa de prensa, en la zona donde estaban los periodistas españoles, el resultado de José María Olazábal en el torneo del Staysure Tour, en Alemania. Casi es ya una cuestión de justicia vital que Chema pueda volver a disfrutar también del maravilloso vértigo de un liderato, de la impagable sensación de estar luchando por la victoria.

– Sergio García sigue dando pasitos hacia adelante, aunque su remate del Open fuera negativo. Una opinión muy personal, y por tanto muy subjetiva, acerca del juego del de Borriol: en el campo se le ve demasiado preocupado o temeroso de que llegue el error, un pelín encogido y un segundo de más, digámoslo así, sobre la bola antes del impacto, o no totalmente comprometido con el golpe que ha diseñado. Y en los greenes esta sensación incluso se acentúa. El juego se agarrota cuando no hay confianza plena, pero es muy complicado sentirse plenamente confiado cuando se juega más tenso de lo normal, algo agarrotado. Esta es la eterna pescadilla que se muerde la cola, claro, y el gran nudo del golf que siempre hay que andar desenredando.

Sergio se despide sin birdies y con su tercera peor vuelta de siempre en el British

– Adri Arnaus, como él mismo señalaba el día que fallaba el corte en Royal Portrush, tiene que manejar con más soltura las expectativas que él mismo se pone cuando está compitiendo. O aún mejor: aparcarlas, obviarlas, olvidarlas. Golpe a golpe. La gran noticia: es un jugador al que se ve fascinado con el reto de ir superando etapas.

Adrián Otaegui en el Open Championship 2019. © Golffile | Thos Caffrey
Adrián Otaegui en el Open Championship 2019. © Golffile | Thos Caffrey

– Adrián Otaegui se quedaba relativamente cerca del corte. Es un jugador muy diferente a Campillo, pero ambos coinciden en un aspecto, el de llevar sus propios tiempos con naturalidad y sin prisas internas. El vasco ya tiene asegurada la tarjeta de 2020, así que dispone de todo el tiempo del mundo para reconstruir con calma la fortaleza de su juego, que en su caso seguramente pasa, en primer lugar, por recuperar la consistencia y magia en los greenes.

El campeón del Open es un hombre de gestas

Terminamos, por supuesto, con el ganador, Shane Lowry. Cuando comenzó con bogey el domingo en el hoyo 1 y a continuación falló la salida en el 2, temblaron las pantorrillas de toda Irlanda, pero él demostró la clase de jugador que es recomponiéndose inmediatamente. En el hoyo 7 ya tenía seis golpes de diferencia sobre Fleetwood, justo cuando el cielo se abrió monstruoso sobre Royal Portrush. Honestamente, los tres birdies y el juego del irlandés entre los hoyos 2 y 7, sin olvidar la recuperación fantástica en el hoyo 6, estuvieron a la altura de cualquier campeón legendario de la historia del golf.

Shane Lowry durante la ronda final en Royal Portrush. © Golffile | Ken Murray
Shane Lowry durante la ronda final en Royal Portrush. © Golffile | Ken Murray

VÍDEO | La celebración de Lowry, obviamente, no defraudó…

A partir de ahí entendió que, evitando los grandes números, el torneo era suyo. Y a eso jugó con sabia precaución y, por supuesto, con la capacidad para conseguirlo. Y es que Lowry es de esa estirpe de jugadores que, sobre todo en los links, siempre tienen muy claro el plan A, el B y el C.

Así vivimos en directo la última ronda del Open Championship

El golf irlandés ha ganado diez de los últimos 52 Grandes, desde 2007 hasta el día de hoy (los tres de Harrington, los cuatro de McIlroy, el de Clarke, el de McDowell y el de Lowry). Sólo Estados Unidos, inabordable, supera esa cifra en este tiempo (22) y Sudáfrica se queda en cuatro triunfos, muy lejos. Indómita, asombrosa y certera Irlanda, que a día de hoy, uniendo Eire e Irlanda  del Norte, sólo tiene a cuatro jugadores en el top 300 del mundo…  Imposible sacarle más rédito a munición tan justita.