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La sonrisa del golf español

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María Acacia y Seve, en El Prat en 1984.
María Acacia y Seve, en El Prat en 1984.

Perdonen ustedes mi silencio continuado, pero aún sigo con la resaca del Andalucía Valderrama Masters… si bien no me excedí dándole a la botella brindando por el triunfo de Sergio García. Como bien saben, hubo más agua que vino en Valderrama, aunque el campo aguanta lo que le echen y el castellonense culminó de manera espectacular el torneo con su tercer triunfo consecutivo. La frase del responsable del vestuario del campo rescatada por Gonzalo Fernández-Castaño ha sido muy citada esas semanas: «Este campo se diseñó para Sergio aunque no hubiera nacido».

Las pizarras de María Acacia, por Juan de la Huerga

Una semana (larga) trabajando en el equipo de prensa del European Tour da para mucho: jornadas laborales de doce horitas (o más), emociones, algún leve obstáculo, camaradería, unos cuantos fuegos apagados y varios momentos inolvidables que siempre atesoraré. El primer lunes por la noche, por ejemplo, compartí mesa y mantel con mis compañeros de Ten Golf, José Carlos Gutiérrez, Gonzalo Fernández-Castaño y José María Olazábal, y que alguien como el doble campeón del Masters te cuente con todo detalle cómo fue su primer hoyo en la Ryder Cup (en fourball con Seve, contra Curtis Strange y Tom Kite en Muirfield)…  no tiene precio, como nos decían en aquel anuncio de tarjetas de crédito. Por cierto, mi candidatura a mascota del golf profesional español sigue sobre la mesa: desde que trabajo en el equipo de prensa del European Tour ha habido victoria española en los tres torneos que se han disputado en nuestro país (Andalucía Valderrama Masters 2017, Open de España 2018 y Andalucía Valderrama Masters 2019). A finales de junio del año que viene (magnífica nueva fecha para el torneo de Valderrama, por cierto) tendremos la oportunidad de comprobar si mantengo ese 100% de acierto.

VÍDEO: Cuando una amiga se va…

Pero toca aparcar el egocentrismo y centrarme en una de las protagonistas del pasado Andalucía Valderrama Masters… y del golf español. A menos que hayan estado metidos en una burbuja las dos últimas semanas seguro que se han enterado: María Acacia López Bachiller, jefa de prensa del European Tour en España durante los 45 últimos años, ha decidido hacerse a un lado para dedicarse a otros menesteres. 45 años, tres generaciones de golfistas españoles, toda una vida entregada al deporte que más queremos…

María Acacia, junto a Olazábal, Jiménez y Sergio García en la Ryder Cup de Gleneagles en 2014. © Getty Images
María Acacia, junto a Olazábal, Jiménez y Sergio García en la Ryder Cup de Gleneagles en 2014. © Getty Images

Dicen los creyentes, o al menos los que saben citar las Escrituras, que los caminos del Señor son inescrutables… y los del golf, tres cuartos de lo mismo. María Acacia López Bachiller llegó a este deporte casi por casualidad, cuando un compañero que trabajaba en La Manga Club se puso a buscar chavalas con idiomas para hacer prácticas y ayudar en un pro-am organizado a todo trapo, y gracias a su capacidad y talento fue abriéndose camino en un mundo de hombres hasta ocupar el puesto que actualmente desempeña. Acostumbrada a organizar, ya que por azares del destino tuvo que llevar el timón doméstico y guiar a sus ocho hermanos, María Acacia ha sido infatigable en la difusión de este deporte, sin que nunca le haya faltado una sonrisa en la boca. María Acacia ha tratado siempre a todos por igual, ya fueran del blog más humilde o del medio internacional más poderoso, y no ha tenido ningún problema en explicar los rudimentos del golf a los informadores legos que de cuando en cuando llegaban a sus salas de prensa. Exquisitamente educada (jamás deja sin responder un mensaje; jamás deja de dar las gracias), dispuesta, alegre, trabajadora y discreta… todo eso, y mucho más, es María Acacia. Como las constantes físicas, María Acacia ha sido la única certeza en un mundo poblado de incertidumbres, una mujer que, como diría Peñafiel, vale más por lo que calla que por lo que cuenta; una persona leal que siempre ha estado a disposición de todo el mundo… incluso a costa de sufrir más de una desilusión o de hurtarle atención a su familia.

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Rodeada a veces de egos difíciles de manejar y de personajes evanescentes, María Acacia ha ejercido a la vez de engranaje y aceite, convirtiéndose en aliada, cómplice, colaboradora y, en última instancia, amiga de los mejores golfistas de nuestro país. Sus vivencias y conversaciones darían para escribir el mejor libro de golf que jamás se haya publicado en España… pero quedará inédito. Dice, con su sonrisa eterna, que se lo debe a todos los que han confiado en ella y que sería una deslealtad faltar a esa confianza. No conseguiremos convencerla de lo contrario.

Hay quien dice que acacia procede del griego akes, que significa espina, pero yo me sumo a quienes afirman que procede de ákakía, que quiere decir inocencia o ausencia de mal

Lo único contradictorio de María Acacia es su nombre. Como probablemente sepan los que como yo se tragan los documentales de La 2, acacia es un nombre genérico que agrupa a un buen número de árboles y arbustos. En la sabana africana son altas y eluden el asalto de las jirafas protegiendo sus frondas con recias espinas. Nada que ver con nuestra María Acacia, que no ha necesitado altura ni espinas para lidiar a diario con golfistas de talla mundial durante los últimos 45 años. Pero les cuento una curiosidad que sí relaciona a esta especie vegetal con mi amiga: cuando los herbívoros se ponen a ramonear, la acacia emite etileno gaseoso a través de los poros de sus hojas, una especie de señal de alarma que alcanza los 50 metros y avisa a sus congéneres de la presencia de depredadores. Las acacias avisadas, a continuación, empiezan a generar una sustancia tóxica para mantenerlos a raya. Es bonita la imagen de la acacia enviando una «nota de prensa» a sus colegas para que estén al tanto de cualquier novedad. Por cierto, hay quien dice que acacia procede del griego akes, que significa espina, pero yo me sumo a quienes afirman que procede de ákakía, que quiere decir inocencia o ausencia de mal.

Llegó por casualidad y se aleja por voluntad propia. Lo hace con el cariño de los jugadores y de todos los que han tenido la suerte de trabajar con ella (especialmente sus «chicas», entre las que me incluyo), pero no se va, ni mucho menos. Por suerte, seguiremos teniendo cerca esa sonrisa eterna que da título a esta columna y al libro elaborado por María Madrigal y Fátima Gómez, dos de sus aliadas/amigas/compañeras más cercanas. Pero esta joya la disfrutará María Acacia en privado, en el calor de su hogar, rodeada de los suyos. Se lo merece.