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Rahmbo se hace aún más Grande

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Jon Rahm. © Golffile | Ken Murray
Jon Rahm. © Golffile | Ken Murray

Jon Rahm (-7) ha cerrado en Pebble Beach su mejor resultado hasta la fecha en un Grande. Un valioso y bien trabajado 68 en la ronda final le valía para acabar en una sobresaliente tercera posición. En este legendario y bellísimo recorrido californiano ha tenido que ser, donde el registro de Miguel Ángel Jiménez (2º) en el año 2000 sigue siendo el mejor de un jugador español en el US Open. Pensemos, por otro lado, que Seve Ballesteros y Sergio García tienen un tercer puesto también como mejor resultado en este ‘major’.

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Vayamos antes de nada con una batería de datos, situaciones y sensaciones para entrar en materia:

– Sólo tres jugadores han cerrado la 119ª edición del US Open con las cuatro rondas por debajo del par. Uno es el ganador, Gary Woodland; otro es el ‘killer’ Brooks Koepka y el tercero es Jon Rahm.

– Sólo dos jugadores han sumado más birdies que Jon Rahm (18) en Pebble Beach. Han sido Hideki Matsuyama y Erik Van Rooyen, con 19. Woodland, el ganador, se quedaba en 17. Y Koepka en 16. Dinamita le sobra al de Barrika.

– Ni él ni nadie que lo haya seguido vuelta a vuelta tiene la sensación de haber visto al mejor Rahmbo, y sin embargo le ha llegado para terminar en tercera posición. El proceso de aprendizaje nunca termina (Woodland, por ejemplo, con 35 años cumplidos, no destacó realmente en los Grandes hasta el año pasado), pero las hechuras de futuro ganador de ‘majors’ saltan a la vista. Ojo, tampoco nos equivoquemos: no es que haya sido tercero con la versión ‘C’ de su juego, no es eso, pero se le ha visto rendir a un nivel todavía superior, sobre todo desde el tee y también en los greenes, aunque los tapetes de Pebble no sean precisamente sencillos.

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– Jon ha disputado hasta la fecha trece Grandes y suma ya la nada despreciable cifra de cuatro top ten y tres top 5. Tiene 24 años, no lo olvidemos. Ha habido muchos excelentes jugadores que no han conseguido destacar tantas veces en las citas más importantes en toda una carrera.

Vayamos ahora con los hechos puros y duros de una vibrante última ronda. Jon Rahm no ha llegado de verdad a meterse en la lucha por la victoria este domingo, es cierto. Partía a siete golpes del líder y no era nada sencillo. Sin embargo, por momentos dio la sensación de que podía conseguirlo. Él se había puesto como meta antes de salir el -10. Al final, tampoco le habría valido, pero el caso es que rápidamente se ponía manos a la obra con un birdie vertiginoso en el hoyo 1: un purito largo y cuesta abajo, delicado como pocos. Ni siquiera el bogey en el 2, pegando desde el centro de la calle,  lo iba a frenar. En el 3 se dejaba por el camino una buena opción, pero acto seguido sacaba un birdie de libro en el 4 y otro mas en el 5, par 3, después de pegar un tirazo desde el tee; fallaba en el 6, par 5, pero inmediatamente sumaba otro birdie más en el 7…

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En ese punto, y después de pegar un segundo tiro soberbio en el 8, pudo estar la llave de la puerta del recinto sagrado, aunque luego Woodland demostrase que esta vez no entraba en sus planes arrugarse… De haber enchufado también ese putt, cualquier sabe, porque en aquel momento la vuelta del español venía caliente de verdad. La bola, sin embargo, bien tocada, con intención, se quedaba asomada a la cazoleta.

Tras pasar la esquina del 9 y el 10, siempre tan complicada, aún iba a patear para birdie (putts largos, eso sí) en el 11 y en el 12, sin éxito. Se estaba quedando sin hoyos y una cruel corbata en el 14 terminaba de confirmar que esta vez tampoco iba a ser, que todavía tiene que aprender o asimilar algunas cosas. Por ejemplo, que en estos torneos no suele ganar quien más birdies hace, sino el que menos borrones lleva en la tarjeta. Matices, detalles. Todo llegará, porque este chico no deja de aprender y evolucionar. De postre, y tras patear de nuevo para birdie en los hoyos 16 y 17, remataba con un merecidísimo birdie en el 18 para conquistar una plaza en el podio.

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Rahmbo se nos está haciendo cada vez más Grande. Y las expectativas que levanta de tanto en tanto (no pasan ni dos meses sin que haya dado una campanada…) son ya tan anchas como sus espaldas.