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Hasta qué punto sale cada vez más caro acabar dentro del top ten

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© Golffile | Brian Spurlock
© Golffile | Brian Spurlock

¿Hasta qué punto ha evolucionado la exigencia del resultado en el golf actual, comparado con el de hace años, lustros o décadas? ¿Hasta qué punto es necesario hoy en día, para los jugadores profesionales, firmar tarjetas realmente bajas, para al menos terminar dentro del top ten de un torneo?

En general, al igual que en otras disciplinas deportivas en las que se van batiendo marcas o récords según pasa el tiempo (el atletismo puede ser el paradigma más claro), también en el golf se pueden buscar medias y cifras que demuestran cómo han ido evolucionando y mejorando los resultados.

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Nos planteamos por tanto un reto. Se trata de comparar la cifra mínima de golpes que hacía falta para meterse en el top ten final de los torneos en diferentes momentos de la historia del golf y en los dos grandes circuitos mundiales, el PGA Tour y el European Tour, partiendo del año 1980, continuando por 1990, luego 2005 y finalmente 2019, la última temporada que no se vio trastocada por la pandemia. Para ello hemos tomado todos los torneos del calendario regular de cada uno de esos años de ambos circuitos, anotando la suma mínima de golpes que hizo falta en cada uno de ellos para acabar dentro del top ten y realizando después una media bruta de cada año. Los resultados no pueden ser más concluyentes.

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En el año 1980 hubo que llegar a un mínimo de 280,36 golpes de media en un torneo del calendario regular del PGA Tour para terminar dentro del top ten. Dicha cifra descendía a 279,33 en 1990; y a 276,69 en 2005, para llegar a 273,38 en la temporada 2018-19. Como se ve, nunca ha dejado de mejorarse tal marca y resulta asombrosa y abrupta la diferencia de casi siete golpes menos entre 1980 y 2019 (de 280,36 a 273,38).

En el European tour los números concretos son distintos (medias superiores), pero la evolución y mejora del resultado es escandalosamente similar. En el año 1980 hubo que llegar a un mínimo de 284,6 golpes de media en un torneo del calendario regular del circuito europeo para terminar dentro del top ten. Dicho guarismo descendía en 1990 a 280,73; seguía descendiendo en 2005 hasta 278,12, para llegar a 276,02 en 2019, para una diferencia total entre 1980 y 2019 de más de ocho golpes (de 284,6 a 276,02).

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Podíamos ir un poco más lejos, con ejemplos concretos muy gráficos. A día de hoy (temporada 2018-19), es necesario firmar un resultado por debajo de los 67 golpes (66,70 de media) para meterte en el top ten de un torneo del PGA Tour después de la primera jornada. La exigencia, como se ve, es muy alta. Por el contrario, en el año 1980 la media necesaria se iba hasta los 68,34 golpes en dicho circuito. El mismo caso, en el European Tour, es aún más llamativo: en 1980 sólo hizo falta por encima de los 70 golpes (70,14 de media) para estar dentro del top ten después de la primera jornada, mientras que a día de hoy casi hay que llegar a los 67 golpes (67,27) para arrancar la semana en tan privilegiada posición.

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Hasta aquí, los datos objetivos. Pero ¿cuáles son las causas de esta progresiva e imparable mejora de los resultados año tras año, y por tanto de un incremento de la exigencia? En este punto el debate se puede abrir mucho más, pero el sentido común dicta tres causas fundamentales. La primera de ellas tiene que ver por supuesto con la mejora de los materiales, en referencia fundamentalmente a los palos y las bolas. La segunda se centra en la mejora global de la preparación de los jugadores a todos los niveles: eficiencia del entrenamiento, preparación física, proliferación de herramientas para la mejora de la técnica y, por supuesto, preparación psicológica. Por último, habría que añadir incluso una tercera causa que tiene que ver con las condiciones de juego y las instalaciones, comenzando por ejemplo por la calidad y nobleza de los greenes.

¿Llegará el día, dentro de muchos años, en el que para acabar dentro del top ten el jueves un jugador tenga que firmar un resultado en torno a los 63 ó 64 golpes de media a lo largo del año? Se hace difícil digerir o imaginar la confirmación de un dato como este, y además llega un momento en que el margen de mejora de los récords se hace cada vez más estrecho, pero tampoco se siente uno capaz de negar en rotundo tal posibilidad…

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