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La victoria de Andrew Johnston desde otro punto de vista

Beef y Pig

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Ganó el arponero o el amish o el hipster o Beef (buey o carne de res) a secas, como se lo conoce en el Circuito Europeo por una chanza que le hizo un colega cuando gastaba unos pelos imposibles y un tipito generoso. Ahora todos nos fijamos en la barba porque va a la última. Y en sus kilos. Acaba de triunfar en Valderrama otro golfista pasado de peso. Hubo algunos comentarios entre susurros en el selecto club gaditano por las pintas de Andrew Johnston, un tipo del corte de Shane Lowry, también entradito en carnes y poco dado a la Gillette. Yo he venido toda la semana en vaqueros, sin afeitar y con la camisa por fuera, así que no soy el más indicado para afearle a Johnston su imagen.

Tampoco da lustre que el chico estuviera más allá del puesto 200 en el ranking mundial, pero para que los de abajo suban, deben ganar o estar delante, ¿no? Él mismo lo comentó con mucha gracia: «Cuando mis amigos vean mi nombre inscrito en el trofeo junto al de estas figuras, no se lo van a creer». Este Johnston es un zagal sanote y simpático, muy de su gente, de su familia, de su pandilla… Y muy sentido: se echó a llorar como un crío cuando Luiten falló desde el bunker el chip para empatar en cabeza y forzar el playoff.

Total, esta noche podrá disfrutar de lo lindo y meterse entre pecho y espalda el jamón que le regalaron por ganar y que se llevó cortado y envasado al vacío camino de Inglaterra. No es beef, sino delicioso pig. Está como loco por llegar a casa y ver a su madre, pero creo que la pata filetada no llega a Heathrow. Después, ya con los amigotes, se olvidará del pig y a la palabra beef, como Dios manda en un buen y patriota inglés, le unirá el eater para acabar con las existencias de ginebra de su barrio. La farra será de aúpa y me encantaría que tras unas pocas pintas y varios gintonics alguien le diera este consejo: «Andrew, ¿por qué no adelgazas y te afeitas?».