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El análisis de Jorge Campillo de la tercera jornada del PGA Championship

El mayor pánico de un golfista en un día de lluvia como ayer en Oak Hill

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Scottie Scheffler
Scottie Scheffler, bajo la intensa lluvia de Oak Hill este sábado. (Photo by Darren Carroll/PGA of America)

– La cabeza me dice Koepka. Todo lo demás, Hovland. Es inevitable que el gran favorito al triunfo en el PGA Championship sea Koepka. Sus números en los Grandes son indiscutibles. Cierto es que patinó el domingo del último Masters, en la última jornada, pero no es lo mismo llevar al lado a un animal como Jon Rahm que a Hovland. Jon aprieta más, impone más, intimida más.

– Creo que a estas altura nadie se va a sorprender porque diga que voy con Hovland. Ojalá sea su domingo. El campo le va como anillo al dedo, consigue pegar unos hierros rectos, sin efecto, que son difíciles de ver. Si patea de manera consistente, estará en la pelea hasta el final. Koepka es un grandísimo jugador, pero personalmente nunca ha sido santo de mi devoción. Y un poco menos desde que se fue a LIV. Pero no es sólo por eso, que conste. Por ejemplo, me cae mejor DeChambeau.

– Lo del sábado en Oak Hill fue un infierno. Doy fe. Estaba sufriendo viendo a los jugadores y recordando dos vueltas de mi vida donde lo pasé fatal porque no paró de llover en todo el día. Una fue muy reciente, el año pasado en el Alfred Dunhill Links Championship. Segunda jornada. Bueno, esa realmente fue peor que cualquier otra. Lluvia a mansalva, frío dantesco y viento de lado. Horrible. La otra fue la tercera jornada del Open de Escocia de 2020, cuando ganó Aaron Rai en el desempate a Tommy Fleetwood. Que a nadie le extrañe el 68 que hizo Fleetwood ayer en esas condiciones. Juega muy bien con lluvia. En Escocia ya digo que acabó segundo y en aquel día de locos en el Dunhill Links hizo el par jugando en Kingsbarns. Hay jugadores que se adaptan mejor que otros al agua.

– Os cuento mi experiencia con lluvia todo el día. A mí no me gusta nada. Es muy incómodo. Desde el punto de vista de la intendencia, lo peor es el chubasquero. Yo no puedo. Me resulta muy complicado girar y desgirar. Aunque mi mayor pánico es al agua que se mete entre el palo y la bola antes de pegar un golpe, sobre todo con el driver. Te puede llegar a obsesionar. Cuando eso pasa, como se vio ayer, las bolas hacen un slice del terror (efecto abriendo). Es terrorífico. Patina el palo y no agarra. La pelota de por sí vuela mucho menos con la lluvia y si encima haces slice, el lío es importante. Es lo que le pasó a Jon Rahm en la salida del hoyo 12. De todos modos, más allá de que eso te pueda pasar puntualmente, lo peor es la cabeza. Si no dejas de pensar que eso te puede pasar, la confianza se resiente muchísimo.

– Y os cuento un secreto. Según las marcas, hay palos que funcionan muchísimo mejor que otros bajo la lluvia. Eso sí, me tendréis que perdonar, pero no os voy a decir cuáles son…