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Peter Hanson, tan buen golfista como bicho raro

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Por Pedro Fernández

Me viene de perlas su victoria en el BMW Shanghai Masters para continuar este serial de la Ryder con Peter Hanson…

Es un tipo difícil de definir, raro, muy nórdico, muy metido en su mundo.

No tengo nada malo que decir de él, apenas mantuvimos en toda la semana una conversación larga, pero sí reconozco que para alguien que viene de un deporte tan de equipo como el baloncesto, sorprende ver en la Ryder una actitud tan individualista como la suya.

La primera en la frente. Fijaros si está en su mundo que el primer día en Medinah llegó con un polo de la marca Polo con la bandera de Estados Unidos en la manga. Es el colmo del despiste. Seguro que no lo hizo con mala intención, pero, ‘chiquillo’, habrá días para ponerse esa prenda…

Como bien sabéis, yo soy jugador de baloncesto y estoy acostumbrado a vivir el deporte como un grupo, un vestuario, una labor de conjunto, un espíritu común… Todos apretamos los dientes y salimos a morder. Y la verdad, me soprendió. No vi ese espíritu en Hanson por ningún lado. Se entiende que el golf por su naturaleza es un deporte individual. Está claro. Una vez cada dos años los jugadores se juntan para hacer algo que no han hecho en toda la vida. Lo puedo entender. Pero yo lo veo justo por el otro lado. Igual de difícil es concebir el golf como un deporte de equipo, como motivador. Es complicado, pero muy chulo.

Sé que como Poulter hay pocos, como mucho uno y medio. Ni todos tienen que ser como él, ni todos pueden serlo. Pero es que Hanson y Poulter eran la noche y el día. Peter no hizo demasiado por estar dentro del equipo. Ya os digo, es muy nórdico. Por allá por el Norte de Europa, en general, son gente noble, educada, pero muy introvertida, muy encerrados en sí mismos. Pues bien, Hanson es el molde del nórdico común.

Cuando Chema le dijo a Sergio García que no iba a jugar el sábado por la tarde, el español le respondió que no se preocupara, que estaba al servicio del equipo y del capitán y le preguntó qué más podía hacer por el grupo. Hanson, sin embargo, no se lo tomó igual. Se enfadó mucho. Eso sí, al César lo que es del César, el domingo respondió de cine jugando un espléndido partido de individuales.

Dijo Álex Larrazábal en un programa de Canal Plus Golf en el que coincidí con él que o Hanson se lo gana por ránking o no cree vaya a volver a la Ryder. Ese era el sentimiento generalizado en el equipo.

En el fondo, desde mi punto de vista, me da un poco de pena porque considero que desaprovechó una oportunidad única de disfrutar de un momento histórico, de sentirse protagonista de algo inolvidable. Pasó desapercibido y es una lástima que estés en una Ryder que quedará para los anales y te marches con mala sensación.

Dicho todo, golfísticamente es un escándalo, me sorpendió muchísimo su juego, le pega durísimo a la bola, es una mezcla entre Francesco Molinari y Nicolas Colsaerts. Es muy difícil verle perder una calle o meterse en líos. Tiene la línea de Molinari siendo un bombardero y, probablemente, ése carácter frío que tiene le ayude para responder como lo hizo el domingo en China, con gente muy buena apretándole por detrás. Es una máquina de golf.

Un último detalle. Hanson es uno de los pocos que vino en el avión del equipo. Bueno pues, ¿vosotros lo vistéis?… Yo tampoco. En todo el vuelo. Ni en la ida, ni en la vuelta. Ojito, hablamos de un Londres-Chicago.

Desde Medinah lo llamo Wally. Estuve dos semanas repasando todos los vídeos que hice en la Ryder. Os prometo que fueron unos veinte, de todo tipo: celebración, vestuario, cenas, desplazamientos… No sale en ninguno. Y el mocetó mide 1,90 y pesa cien kilos. Un bicho raro.

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