Inicio Blogs Golpe a golpe George M. F. Molesworth, un topo con mucha vista

George M. F. Molesworth, un topo con mucha vista

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Molesworth, con sus hijos.
Molesworth, con sus hijos.

Como solía suceder después de cada prueba, los socios del Royal North Devon Golf Club se dedicaban a trasegar whisky, jerez u otros reconstituyentes en la elegante casa club del llamado «St. Andrews del sur» una vez finalizado el Torneo de Pentecostés de 1877. El capitán Molesworth, uno de los fundadores del segundo club más antiguo de Inglaterra, guardaba silencio y esbozaba una leve sonrisa. Los habituales se percataron del gesto y supieron que el «Viejo Topo» tramaba algo.

George Mill Frederick Molesworth era un empresario que había hecho fortuna en el ámbito inmobiliario después de licenciarse de la Royal Navy como capitán de fragata. Molesworth fue el principal responsable de la creación en el norte de Devon del resort Westward Ho!, así llamado en homenaje a la célebre novela de Charles Kingsley (huésped del capitán tiempo atrás), y además de construir hoteles, casas, villas y un par de colegios, Molesworth encabezó en 1864 el proyecto de construcción del Royal North Devon Golf Club cuando este deporte estaba en pañales en Inglaterra. Fundado en 1864, en 1867 recibió la cédula real y se convirtió en el núcleo de la expansión del golf fuera de Escocia.

George Mill Frederick Molesworth era un empresario que había hecho fortuna en el ámbito inmobiliario después de licenciarse de la Royal Navy como capitán de fragata

«Seis vueltas, 660 golpes», dijo finalmente Molesworth, y a continuación explicó el significado del jeroglífico. El «Viejo Topo» planteaba un reto a la concurrencia: jugaría seis vueltas haciendo 660 golpes o menos en el Royal North Devon. Por supuesto, se aceptaban apuestas. El desafío parecía al alcance de cualquier buen jugador, siempre que consiguiera encajar seis vueltas de golf en un mismo día, pero el capitán no era un golfista avezado. Aunque se mostraba aguerrido como pareja en foursomes, su técnica era muy rudimentaria y apenas levantaba la bola del suelo, razón por la que se ganó su apodo de «Viejo Topo», que a la vez era una contracción de su apellido («Old Mole», en inglés). Además, el capitán solo jugaba con tres palos a los que había bautizado Fe (una especie de driver), Esperanza (un hierro) y Caridad (un putter). Con el primero era funesto y con el hierro empujaba la bola sin demasiado arte, pero en los greens se mostraba certero y batallador, sobre todo si había parné de por medio.

Royal North Devon Golf Club.
Royal North Devon Golf Club.

La sonrisa del golf español

Molesworth movía muchísimo dinero en apuestas en una época en la que, como decía el escritor y golfista Horace Hutchinson, era raro llevar seis peniques en el bolsillo. De hecho, años antes el capitán Molesworth había orquestado uno de los duelos más célebres de la historia, el que enfrentó a su hijo, Arthur, el más talentoso de los tres que tuvo, contra Tom Morris hijo. Con cien libras sobre la mesa, los dos se batieron en St. Andrews durante seis días y aunque el campeonísimo Morris acabó imponiéndose, hay quien afirma que los rigores de aquella pugna bajo la lluvia y la nieve hicieron mella en su maltrecho cuerpo y le acercaron unos pasos más a la tumba que ocuparía pocos meses después.

El «Viejo Topo» planteaba un reto a la concurrencia: jugaría seis vueltas haciendo 660 golpes o menos en el Royal North Devon. Por supuesto, se aceptaban apuestas

Aunque el desafío de las seis vueltas lo planteó en mayo, no fue hasta septiembre cuando Molesworth decidió ponerse a prueba. Para entonces, las apuestas, al igual que la expectación, se habían disparado. El capitán salió de su casa a las 5:20 para recorrer las tres millas que lo separaban del campo e iniciar la jornada, pero al llegar al Royal North Devon descubrió que el rocío matinal empapaba el campo y supondría un importante obstáculo durante las primeras horas. Además de perjudicar sus resultados, la humedad dejó inservible su palo de madera y se vio obligado a jugar exclusivamente con su hierro y el putter, con lo que no extrañó a nadie que acabara los primeros 18 hoyos con un aparatoso 120, para alegría de sus adversarios y desesperación de sus partidarios, que sabían que tenía que promediar menos de 110 golpes en las seis vueltas.

Un doloroso 15 en el hoyo 9 lastró la tercera ronda, que acabó con 122 golpes

El animoso Molesworth siguió adelante y consiguió un esperanzador 105 en la segunda vuelta, aunque un doloroso 15 en el hoyo 9 lastró la tercera ronda, que acabó con 122 golpes. Después de un breve descanso, el infatigable capitán pareció recuperarse con un 108 y un 102 en su cuarta y quinta vueltas, resultados que le obligaban a conseguir otro 102 para batir la marca establecida en la apuesta. Sin embargo, el «Viejo Topo» terminó con 105 golpes, 662 en total. Lejos de desanimarse, y pese a llevar unas nueve horas enfrascado en este duro duelo, Molesworth sorprendió al gentío allí congregado al dirigirse de nuevo a la salida del hoyo uno con la intención de jugar otra vuelta. Mientras el público se preguntaba por la salud mental del capitán, este tardaba poco más de una hora en rematar una séptima vuelta en 104 golpes… lo que le llevó a proclamarse vencedor en la apuesta. El exmilitar defendía que no había establecido un límite al número de vueltas que podía jugar, dado que solo había indicado que jugaría seis vueltas dando 660 golpes o menos mientras fuera posible. Molesworth indicó que la primera vuelta no contaba y que, por lo tanto, había sumado 646 golpes en seis vueltas. Ante los vítores de sus seguidores y la mirada atónita del resto del público, Molesworth decidió volver andando a su casa donde pasó el resto de la tarde jugando al billar.

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Por supuesto, la polémica estaba servida y llegó a las páginas de The Field, la revista deportiva más antigua del mundo, que hizo llegar a todos sus lectores el relato de los hechos y la astuta argucia del «Viejo Topo». El asunto quedó en manos del árbitro nombrado cuando Molesworth planteó la apuesta en el club, que emitió su veredicto al día siguiente.

«Creo que el capitán Molesworth ha ganado. Si, según entiendo la apuesta, el capitán Molesworth tenía que jugar seis vueltas en 660 golpes en un mismo día, tenía derecho a jugar una docena de vueltas (si le fuera posible) hasta que lograra esa cifra con seis». A raíz de aquello, sería lógico que los socios del Royal North Devon Golf Club no pensasen en un zorro como la personificación de la astucia, sino en un topo…

1 COMENTARIO

  1. Más sabe el diablo por viejo que por diablo 😂
    Gracias por el blog/magazine. Interesante y entretenido como siempre

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