Inicio Blogs La Trastienda de la Fábrica Del abrazo con Annika Sorenstam a los piropos de Condoleezza Rice
Cata vuelve de Augusta con recuerdos imborrables y el deseo de repetir en 2024

Del abrazo con Annika Sorenstam a los piropos de Condoleezza Rice

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Annika Sorenstam - Condoleezza Rice
Annika Sorenstam y Condoleezza Rice charlan en la ronda final del ANWA.

«Un sueño». Así definen Cata Fernández García-Poggio y sus padres, Álvaro y Paz, la experiencia vivida en el Augusta National Women’s Amateur (ANWA), donde la joven que mañana cumple 18 años acabó en la cuarta posición con un final radiante: dos birdies descomunales, uno aprochando en el 17 y otro pateando desde fuera de green en el 18. La celebración con su hermana Gabriela, que le hizo de caddie los tres días, fue también un momento mágico.

Poco después de aterrizar en Madrid, la española aún estaba en una nube. O en cientos de nubes después de una semana que jamás olvidará. Entre los detalles que tiene muy presentes, obviamente aparecen las dos primeras jornadas, porque ella considera «un lujo haber compartido partido en el Champions Retreat con Rose Zhang (a la postre ganadora) y Saki Baba, números uno y tres del mundo». Lógicamente, era el choque con más presencia de público: «Había muchísima gente viéndonos y entre ellos estuvo los dos días Condoleezza Rice«. La secretaria de Estado de Estados Unidos en la etapa de George W. Bush fue la primera mujer que el Augusta National admitió como socia en agosto de 2012. «Estuvo hablando un rato con mi madre durante la vuelta y me dijo que es una persona muy cercana», afirma Cata.

Paz, madre de la golfista, cuenta algún apunte de la conversación con Rice. «Me sorprendió su naturalidad y su cercanía. Estuvo siguiendo los partidos los dos primeros días en el Champions Retreat. Iba todo el rato con la coach de Stanford (Rice fue profesora de Ciencias Políticas en la ilustre universidad donde estudia Rose Zhang). Nos saludó muy cariñosa y me presenté, le dije que era la madre de Cayetana y alabó su buen swing y su garra y fuerza. Le pregunté por cuántas socias había en Augusta, me contestó que siete y me recordó que una es española, Ana Patricia Botín, pero que nunca había jugado con ella», rememora la madre de Cata.

El ímpetu de los aficionados al golf en el Augusta National fue una de los aspectos que más sorprendieron a Cata. «Al acabar el torneo, mi madre entró en la tienda de Augusta a comprar unas cosillas y en diez minutos se me acercaron decenas de personas para felicitarme por el torneo y por los dos golpazos en el 17 y el 18. Me reconocieron un montón de personas. Son unos enamorados del golf y es increíble el cariño y la pasión de la gente. Es indescriptible», comenta la jugadora. «Hemos sido unos privilegiados, un lujo, no sé si somos conscientes de lo que hemos vivido, todo ha sido perfecto. Y encima Cata tenía de caddie a Gabriela. Ha ido a pedir de boca», agrega Paz.

Otra imagen para recordar tiene que ver con una leyenda del golf: «Cuando llegamos al tee del 1 en Augusta, justo detrás, en la zona VIP, estaba Annika Sorenstam, que fue mi capitana en la Solheim Cup júnior, donde logramos una victoria muy emotiva porque se había puesto muy complicada y al final la conseguimos. Me hizo muchísima ilusión cuando la vi y le di un abrazo; de repente apareció su marido, Mike, a quien conozco también un montón de la Solheim y es simpatiquísimo. Fue un momento bastante bonito».

También tiene muy presente Cayetana un momento muy especial cuando hubo el parón por lluvia en la ronda final y habló con su entrenador, Freddy Lilly: «Gabi y yo estábamos superconcentradas, nos metieron en el cuarto de los caddies y comimos algo. Entonces vi que me había escrito Freddy dándome ánimos, diciéndome que era la mejor y una grande. Y lo llamé, estuvimos un rato hablando, le pregunté que cómo me estaba viendo y me dijo que genial».

Su madre redondea la historia porque tuvieron la fortuna de ver a su otra hija, Blanca, que jugaba esos días en Atenas (Georgia), a dos horas en coche de Augusta, con Texas A&M, donde se enrolará Cata a partir del próximo verano: «Nos cuadró todo y fue una suerte que pudiéramos ir a verla jugar a ella también. Incluso Cata entrenó con el equipo. Hasta eso ha sido perfecto. Viendo la repercusión que está tomando, hasta el coach de Blanca nos dijo que el próximo año no elige un torneo que coincida en el calendario con el ANWA», zanja Paz, aún alucinada y encantada con el trato durante todo el evento: «Cuidan todo al detalle. A las jugadoras les hicieron una cena especial, otro día dio un concierto el cantante de One Direction, todos los días tenían algún regalo en la habitación, unos pendientes, un llavero… Es un lujo y Cata está muy agradecida». ¿Y en 2024? «Ojalá volvamos todos», afirma su hija, enamorada para siempre de un torneo que le ha abierto de par en par las puertas de Estados Unidos.