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Hablamos con Mar Ruiz de la Torre y Freddy Lilly, su entrenador desde hace cuatro años

Cata Fernández: historias de una competidora feroz

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Cayetana Fernández
Cayetana Fernández celebra su birdie final en el hoyo 18 de Augusta National ante la algarabía del público.

«Su juego puede estar mejor o peor, puede haber entrenado más o menos, pero cuando la sacas a la plaza de toros se convierte en El Litri». Habla Freddy Lilly y se refiere a Cayetana Fernández. Es su entrenador desde hace cuatro años. Uno de los pocos a los que llamó el sábado en mitad de la ronda final del Augusta National Women’s Amateur durante la interrupción por tormenta.

«No era el momento de decirle gran cosas porque seguro que quería hablar con más gente. Sólo le di ánimos, le dije que lo estaba haciendo muy bien y que a su hermana Gabriela le quedaba muy bien el mono de caddie de Augusta«, asegura a Ten Golf. Le sacó una sonrisa a Cata. Es la experiencia de un instructor que lleva muchos años modelando el swing de los mejores amateurs de España, especialmente en Madrid y a través del CETEMA, el Centro de Alto Rendimiento de la Federación de Golf Madrileña.

Cata es pura competición. Es feroz. Mar Ruiz de la Torre, presidenta del comité femenino de la Real Federación Española de Golf la conoce bien y, sobre todo, tiene elementos de comparación. Ha visto a muchas golfistas pasar por los equipos nacionales en los últimos años. El último episodio que refleja de maravilla cómo vive el golf Cayetana ocurrió a principios de año en el Internacional de Portugal en Montado Golf.

Venía desde atrás en la última jornada y firmó 67 golpes. Se puso primera empatada con Rocío Tejedo (compañera en los equipos nacionales y natural de Castellón), a la que sólo le quedaba un hoyo. Todo el equipo español fue al green del 18 para ver terminar a Rocío. Se dejó un putt de tres metros para birdie. Si lo metía, ganaba. Si lo fallaba, salía al desempate con Cata. En ese instante, la madrileña desapareció. No quiso ver el putt de tres metros. Por un lado, obvio, quería concentrarse por si tenía que salir al desempate y, por el otro, no le gusta ver cómo le ganan. Si lo puede evitar lo evita. «Es verdad que cuando no gana es una tormenta y casi no hay quien se acerque, pero también es cierto que se le pasa muy rápido y al poco rato vuelve a ser la Cata divertida, sonriente y gran amiga. Agradece el apoyo que se le ha dado durante la competición y tiene una relación buenísima con todas las compañeras del equipo», explica Mar.

Cata tiene esa pulsión, ese gen ganador que no soporta la derrota, algo muy similar le ocurre a Jon Rahm. El origen de este carácter feroz viene de lejos. «Aquí hay que darle todo el crédito a su padre, Álvaro. Desde que era muy pequeña la sacaba al campo con sus otras dos hermanas (Blanca y Gabriela) y la ponía a competir. No estaban horas y horas pegando bolas en la esterilla, sacando de búnker o pateando, jugaban el campo y competían. Yo creo que le viene de ahí. Es una competidora excepcional. Es lo tienen muy pocos y ella lo lleva de serie», asegura Lilly.

Tanto es así que no realizó la mejor preparación para el Augusta National Women’s Amateur. No entrenó lo que quizá demande un torneo de este nivel. No porque no quisiera, sino porque no pudo. «Dos semanas antes tenía exámenes de segundo de ESO y tenía que estudiar. Necesita aprobar para irse a Estados Unidos y no pudimos trabajar mucho. Pero da igual, cuando sale al campo, cuando empieza la competición, se transforma. En cuanto le pones un reto, se lo come», explica Freddy.

Y cuanto más difícil es el desafío, mejor compite. «A día de hoy no necesita entrenar mucho para estar preparada. En cuanto arranca el torneo se pone las pinturas de guerra y está lista. Cuanto más difícil es el torneo o más nivel tienen las rivales, más se viene arriba. Tiene una personalidad enorme, no hay otra igual en ese aspecto. Por eso lo ha hecho muy bien en el ANWA o en los dos torneos profesionales que ha jugado», afirma Ruiz de la Torre.

Ese gen competitivo lo detectó muy pronto Carlota Ciganda, la mejor profesional española de golf en estos momentos. La navarra acudió en diciembre a una concentración del equipo nacional y fue con los deberes hechos. Se estudió las estadísticas de todas y confesó al acabar la convivencia con las chicas que Cayetana era la que más le recordaba a ella. «Tiene un juego largo espectacular. Coge muchas calles y muchos greenes. En cuanto mejore un poco el juego corto será letal», me confesó Carlota, recuerda Mar.

Cata está dejando a todos con la boca abierta por su enorme evolución como jugadora, pero lo mejor es que aún tiene margen de mejora. «Estoy seguro de que en la Universidad (empezará en agosto con Texas A&M) lo va a bordar, le va a ir muy bien, lo que ya no sé que pasará es cuando se pase a profesional. Ahí diría que necesita ser más constante con el entrenamiento. El gimnasio no se lo salta nunca y está muy bien físicamente, pero cuando llegas a pro hay que entrenar mucho. Tiene tiempo para ir aprendiendo eso, lo que lleva de serie es mucho más difícil de aprender. Se tiene o no se tiene y ella lo tiene», apunta Freddy.

Una última historia que refleja el carácter de Cata. Hace unos días, antes de ir a Augusta, fue invitada a un programa de televisión de La 1 para dar clases a famosos. Entre ellos estaba Paquirrín o Julio Iglesias. A la vuelta de la grabación le preguntaron a la joven madrileña de 17 años (cumple 18 el próximo martes) qué tal se había sentido con las cámaras y rodeada de famosos. «Me pone», fue su respuesta.

Así es Cata. Ha llegado para intentar comerse el mundo.