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Blog de Pablo Larrazábal sobre el UK Swing y la burbuja del European Tour

El deporte que tanto nos gusta no es lo mismo ahora

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Pablo Larrazábal. (© Golffile | Phil Inglis)

Volvió el golf y hay que celebrarlo. Creo que ha sido una gran noticia y me considero un absoluto privilegiado por poder ejercer este trabajo que tanto me gusta. Otros no han podido aún volver a su actividad o han perdido su trabajo, así que me parece de ley valorarlo y disfrutarlo. Eso sí, la alegría por poder jugar al golf y que al menos los aficionados puedan disfrutar desde casa por televisión no quita para que sea una época rara. Esto no es lo mismo. Nos pongamos como nos pongamos.

Después de cuatro semanas metido en la burbuja del UK Swing, pasando todos los cortes con uno de los peores momentos de golf que he tenido en mi carrera, quería aprovechar esta semana de descanso para hacer algunas reflexiones. He parado porque estaba jugando mal, mentalmente no estaba a gusto y después quiero estar en The Belfry, Valderrama y el Portugal Masters. Como comprenderán, no es cuestión de jugar nueve semanas seguidas con 37 años. Tenía que parar y ha sido ahora. 

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Mi golf ha estado fatal de tee a green. He pegado tiros horripilantes. La semana pasada, por ejemplo, no sé si pegué dos o tres capones desde el tee que apenas la moví 200 metros. Raúl Quirós y yo nos mirábamos y no dábamos crédito. He pegado hierros 9 que fallaba por 35 metros. Ha sido espantoso. Los tres primeros días del Celtic Classic cogí tres, dos y tres greenes. Lo que ocurre es que después con el juego corto y aprovechando algún par 5 y pares 4 cortos me he ido salvando. Metí como ocho chips desde fuera de green la semana pasada y dos sacadas de búnker. El segundo día del Hero Open hicimos -8, pero os prometo que no sabemos cómo salió. Después, claro, salió el hándicap. Ha sido de lo peor de mi carrera.

Obviamente, mentalmente tampoco andaba muy allá. Entre que no conseguía pegarle bien y la burbuja, he acabado muy saturado, hasta el punto de que el domingo, que fue mi mejor día de la semana y firmé +3, pegué una bola que no era mía desde el rough con la consiguiente penalidad… Imaginaos cómo tenía ya la cabeza.

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Y ahora os hablo de la burbuja… Creo que el Tour está haciendo un gran esfuerzo para que los torneos salgan adelante y podamos jugar. Hay que agradecerlo, pero la situación se hace bastante durilla. Yo pensaba que me iba a adaptar mejor, pero cuesta. Cuando te haces la PCR y te metes en la burbuja del torneo entras en una especie de túnel. No puedes hablar con nadie que no sea tu caddie a menos de dos metros, tienes que comer, desayunar y cenar con tu caddie, no se pueden hacer partidas de prácticas de cuatro, hay que pedir hora para el gimnasio, para cenar… Realmente es complicado. Insisto, sé que somos unos privilegiados por poder hacer lo que hacemos en estos tiempos, que nadie me entienda mal, pero no es una situación fácil. Yo disfruto mucho no sólo del golf, sino del ambiente de los torneos, de las semanas, de salir a cenar con otros jugadores, pasear por la ciudad o el pueblo de turno, del público… Ay, el público, cómo lo echo de menos. Eso de pegar un hierro 7 y no saber si te has ido al agua o está dada es muy extraño.

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Ya lo sabía de antes, pero en estos días he vuelto a comprobar lo que me gusta jugar delante de los aficionados. Me encanta esa camaradería que se produce, los aplausos después de un buen golpe, el ‘feeling’ con ellos… Los echo de menos. Me cuesta asimilar tanto silencio durante el recorrido y que no haya aplausos con los buenos golpes. El deporte que tanto nos gusta no es el mismo ahora y se hace difícil.   

Sigue habiendo muchas cosas buenísimas, el mismo hecho de competir, los nervios en el tee del 1 que siempre están, las ganas de hacer birdie en cada hoy, pero no es lo mismo… La semana pasada pegué una madera en el hoyo 11 que estuvo a punto de ser albatros y yo no sabía si me había ido al agua… Todo demasiado extraño.