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Diego Borrego: golf en esencia y desde todos los ángulos

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Diego Borrego (Málaga, 1972) es de los pocos golfistas de la última generación que proviene del mundo de los caddies. Fue uno de ellos siendo un chaval en Aloha, Marbella, y allí aprendió a jugar al golf de la mano de Diego Morito, que ha sido su compañero desde la infancia, y más adelante se formó como profesional con Andrés Jiménez (hermano de Miguel Ángel, a quien siempre le ha unido una estrecha relación) y Miguel Antonio Jiménez, primo del campeón. Cuando se hizo profesional, con 21 años, no dudó en disputar el Challenge como primera opción, y fue el segundo español graduado en la historia del Challenge Tour. Considerado un genio del juego corto, Diego se postulaba como una de las grandes estrellas del golf español, y así fue su trayectoria hasta que una lesión le obligó a retirarse de la competición. Pero hasta aquel momento, vivió muchos días de gloria.

Con 21 años se fue a la Escuela, cuando se jugaba en Montpelier. «Aquello era una odisea. Recuerdo que nos fuimos a jugar el Campeonato de España a Pedreña que ganó Santi Luna y que llovió una barbaridad (el torneo se redujo a dos días), y desde allí Juan Carlos Piñero y yo nos fuimos en coche a Montpelier. A partir de ahí pude jugar el Challenge», recuerda.

«El Challenge Tour es una gran experiencia, sobre todo para la gente que empieza. Los campos no son del mismo nivel que en el Tour pero es como el toreo, no es igual torear en las Ventas que en las plazas de pueblo, y para llegar a las Ventas hay que demostrar tu arte en los pueblos. En aquella época había muchísimos torneos del Challenge Tour, podías hacerte un calendario y elegir torneos. Y además en España tuvimos la suerte de tener un circuito nacional buenísimo y podíamos competir prácticamente todas las semanas».

Diego logró dos victorias en el Challenge Tour: en el Pro-Am Leman del 93 y el Perrier del 95. Después llegó su año de gloria en el European Tour, en 1996: «El salto fue una experiencia nueva pero me ayudó muchísimo todo el rodaje del Challenge». Un rodaje que le condujo a su primera victoria en el Tour Europeo (Turespaña Masters 1996), a representar a España en la Copa del Mundo junto con Ignacio Garrido y en la Dunhill Cup con Miguel Ángel Jiménez completando la entente española. «Claramente, aquella fue mi mejor temporada en el Tour, y también la del 2002, cuando gané en Madeira».

De su época en el Challenge tiene «muy buenos recuerdos. Fueron años muy buenos. Como anécdota recuerdo cuando jugamos juntos Thomas Bjorn y yo en Neguri, y fíjate la trayectoria de este jugador. Esto demuestra lo fuerte e importante que es el Challenge».

La fantástica relación y camaradería con los jugadores, fuera en el circuito que fuera, es algo que recuerda con mucho cariño. «Aprendí mucho de Manolo Piñero, cuando se vino a vivir a Marbella jugaba mucho con él y aprendí de todos los aspectos el juego. Pero el mejor recuerdo que guardo de mis años de competición fue el tiempo que pude compartir con Seve Ballesteros. Fue el espejo para todos los españoles, era un lujo estar con él. El mejor consejo que me dio fue que jugase los campeonatos como si fuesen un día de prácticas y lo disfrutase, que no siempre las cosas salen como uno quiere pero hay que disfrutar. Nos enseñó a disfrutar de cada día de golf».

La competición se acabó para Diego Borrego en el año 2005: «tuve una lesión en el hombro, una tendinitis que derivó en rotura. Y aquello fue un cúmulo de cosas. Intenté volver a competir, los resultados no salían, la recuperación fue muy dura, había algo de desmotivación, fue un cúmulo de circunstancias por las que tomé la difícil decisión de dejar la competición e incluso dejar de jugar durante unos años. Ahora juego todos los días, tengo una cuadrilla de amigos que están empeñados en que vuelva a competir, pero no lo veo muy claro. Además ahora no es como antes, no hay tantos torneos para rodarse y es complicado», señala.

Mientras tanto, hay un proyecto que le ocupa y llena, su Escuela de Golf. Aquella lejana etapa como caddie, dio paso a los años de desarrollo y gloria, con las victorias en el Challenge y el European Tour, más tarde aparecieron las espinas y hoy de nuevo el disfrute y la motivación de transmitir un legado impagable. Puro golf, desde todos los ángulos posibles…  «Estoy centrado en mi escuela (Escuela de Golf Diego Borrego), donde veo a muchos de los jóvenes que empiezan, que vienen a pedirme consejo. Y lo que les digo a todos es que tienen que tener las ideas muy claras, trabajar muchísimo y dar los pasos correctos en los que, por supuesto, entra formarse en el Challenge Tour«, concluye.