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Challenge Tour Grand Final | La quemazón de Javi Sainz al acabar su vuelta

Golpeados y abatidos por el viento (literal y metafóricamente)

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Javier Sainz y David Morago
Javier Sainz y David Morago, en la final del Challenge Tour.

A Javi Sainz (PAR) le echaban humo las orejas después de firmar una tarjeta de 76 golpes en la segunda jornada de la gran final del Challenge Tour. Salió en el último partido y le tocó lidiar con rachas descomunales de viento en los tres hoyos finales. Jugó bien, pegó buenos tiros, supo entender lo que el aire iba a hacer con su bola, pero fue derribado en los greenes. «Al final estaba prácticamente injugable. No sabía cómo tirar el putt, no sabía si apoyarme en las rachas, no hacerlo, tirar más fuerte, más flojo…», confesaba desesperado.

Sainz terminó con dos bogeys en el 17 y 18 por sendos tripateos. Doloroso. El escozor era bestial porque había trabajando muy bien la ronda y, sobre todo, había conseguido reponerse con soltura a un doble bogey inicial en el 1 que podría haber dejado a tocado a cualquiera. Fueron dos tripateos que en condiciones normales no entran en ninguna ecuación, pero con rachas que llegaron a alcanzar en ese momento los 60 kilómetros por hora podía ocurrir cualquier cosa. Su partido, con Jeong Weon Ko y Euan Walker, estuvo cinco minutos para patear en el green del 17… y otro tanto en el 18. Walker, de hecho, se acabó quejando amargamente por el juego lento.

En el hoyo 18, Sainz llegó a pedir la asistencia de un árbitro porque su bola no paraba de temblar en reposo. Tenía un putt de dos metros para par. El árbitro dictaminó que la bola no estaba cambiando de posición, por lo que debía acabar. El golfista vizcaíno no sabía ni cómo tirar el putt. Sí, la bola estaba en la misma posición, pero a ver cómo le pegas a una bola inestable y temblona. Mentalmente puede llegar a destrozar a cualquiera.

Sainz no fue la única víctima del viento. Su caddie, David Morago, cayó también abatido, aunque él literalmente. Fue saliendo del green del hoyo 18. Las rachas eran impresionantes en ese instante y se llevaron por delante una de las vallas de publicidad de Rolex. La plancha de metal salió volando y acabó impactando en la pierna izquierda de David. Lo tiró al suelo y le dejó hundida la zona del impacto. Por suerte, no le rompió nada, pero el dolor y el susto fueron tremendos. Es una buena metáfora de lo que le ocurrió golfísticamente a su jefe.

Sea como fuere, Sainz se mantiene metido en la pelea, a cinco golpes del liderato. Le vale un tercer puesto y lo tiene a tiro. No sabemos qué va a doler durante más tiempo, si los dos tripateos o el golpetazo de la valla de publicidad.

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