Hace un mes, Lucas Vacarisas se quedó a las puertas del play off en Roquetas de Mar. El barcelonés, cuarto, se fue «muy contento» del Challenge de Almería porque vio que su juego de nuevo afloraba tras unos meses ciertamente muy complicados, por el golf y por la salud. Había que echarle «paciencia» al precioso Golf International de Pont Royal, en Mallemort, donde se ha celebrado el Hopps Open de Provenza. Y el catalán tiró de la madre de la ciencia para levantar su primer trofeo en el Challenge Tour y, de propina, estrenar el casillero de victorias de la Armada cuando la temporada toca a su fin y sólo quedan el Hainan Open y la Gran Final de Mallorca, ambas citas reservadas para un grupo selecto de los mejores de la Road to Mallorca. En China, de momento, estará Vacarisas después de su triple salto (89 puestos ha subido) en el ranking hasta colocarse 39º.
«La clave de esta semana», resume el joven de 25 años criado en el Golf Montanyà, «ha sido la paciencia porque es un recorrido complicado, con bastantes trampas, aunque muchas oportunidades de birdie si vas con tranquilidad». Y tan sereno iba Vacarisas que aunque su reto pasaba por hacer un top 7 para terminar entre los primeros 90 del ranking del Challenge para ir directo a la segunda previa del Circuito, de repente se vio undécimo tras las dos primeras jornadas y pensó: ¿por qué no? «Estaba muy cerca de la cabeza, jugando muy bien, mis momentos han llegado en la tercera y en la cuarta jornadas y al final… he ganado», sintetiza.
No es casualidad, claro que no, porque Vacarisas ha demostrado que es un chico perseverante y, además, ha sabido rectificar, volver a las raíces después de unos arreglos técnicos que más bien fueron desarreglos. «Venía sintiéndome desde hace dos o tres meses en los que estoy jugando muy bien, pero el final del año pasado estuve sin competir por la lesión y al principio de este año no estaba jugando muy bien y perdí la confianza. Era cuestión de ir ganándola poco a poco hasta que ha pasado lo que tenía que pasar y estoy muy feliz», celebra.
La lesión no era moco de pavo. Una pericarditis (hinchazón e irritación del tejido delgado en forma de saco circundante que rodea al corazón) truncó su carrera hasta que se fue recuperando. El año pasado sólo disputó seis torneos del Challenge y tuvo que parar ocho meses para solucionar la afección cardíaca. Por la perseverancia está de vuelta.
Y también por su regreso al pasado. Nadie como él para explicar algo que tantas veces ocurre en el golf profesional, cuando las cosas van bien encarriladas pero la aspiración por subir peldaños de tres en tres suele salir rana: «En mi primer año (2021) en el Challenge estaba jugando bastante bien, iba el 35º del ranking, y me dio la neura de que quería más y más. Veía el Tour muy cerca, hice unos cambios técnicos y nos los enganché bien, no supe adaptarlos a mi juego y entre la lesión y esto he estado jugando bastante mal hasta que decidí volver a lo que hacía antes», asegura. Entre final de marzo y abril recuperó lo aprendido, desandó lo andado y, obviamente, le costó dos o tres meses para recuperar sus hábitos. En julio empezó a jugar bastante bien aunque la confianza seguía bajo mínimos. «Y, bueno, lo he cogido a tiempo esta temporada», sonríe antes de subrayar que «he vuelto a lo que me hizo jugar bien, a mi golf natural, a mi golf de antes, sin liarme técnicamente y no pensar demasiado. Y ha sido clave».
Muy amigo del añorado Johan Cruyff, Vacarisas sabe que el genio holandés lo habría llamado para felicitarlo por su triunfo en Provenza. Es imposible, claro, pero en cambio la mujer del legendario futbolista holandés, Danny, mantiene una estrecha relación con el golfista para celebrar su victoria. «Ella me ha dicho lo mismo que siempre me decía él, que saboree la victoria, que disfrute y que ahora a mirar hacia adelante. Que está muy bien ganar pero que hay que seguir», zanja el golfista este 8 de octubre ha inscrito por primera vez su nombre entre los ganadores del Challenge Tour. Y que sean muchas más…
