Jason Day ha conquistado el WGC Dell Match Play tras imponerse en la final a Louis Oosthuizen por un inapelable 4 y 5. Poderoso, definitivo, incontestable.
Es el triunfo de un depredador, una tenaza hidráulica que agarra por el cuello y no suelta hasta que se ha asegurado de que la presa ya no respira. Es su segundo entorchado en este torneo en los tres últimos años y su sexta victoria en sus trece últimas apariciones en el PGA Tour. El porcentaje es descomunal, sólo al alcance de una fiera que ha heredado, además de su amistad, la inigualable capacidad de Tiger Woods de empaquetar victorias como quien trabaja en Navidad en unos grandes almacenes.
Day no dio opción alguna a Oosthuizen. El australiano, nuevo Número 1 del mundo, condición con la que ya se ha asegurado llegar al Masters de Augusta pase lo que pase en Houston, tiene un juego corto y un putt superlativo. Es posible que su juego largo no sea el más sólido del mundo, pero cuando está bien puede rivalizar hasta con Rory McIlroy, y cuando se resiente siempre aparece el juego corto al rescate. No hay un pateador bajo presión como él. Esta semana ha metido once putts de entre tres y cuatro metros y medio, sí los claves, con un porcentaje de acierto por encima del sesenta por ciento. Imbatible.
Desde el año 2000, sólo un jugador había conseguido ganar seis de sus últimos trece torneos antes de llegar al Masters. Fue, claro, Tiger Woods, y lo hizo en cuatro ocasiones. No hay nadie ahora mismo en el golf mundial con el colmillo competitivo de Jason Day. Los hay que juegan igual o mejor al golf, que lo superan en otras facetas, pero no a la hora de decir eso es mío y nadie me lo va a quitar.
Day ganó en Bay Hill y ha vuelto a ganar en Austin. Dos torneos y dos victorias. Sigue el festival australiano en el golf mundial. Resultados definitivos aquí.
