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El viaje de Ángel Hidalgo Málaga-Madrid-Lisboa-Madrid-Roma

37 horas de odisea de un jugador reserva en el DP World Tour

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Hay muchos jugadores en el DP World Tour que tienen una categoría que no les permite organizarse un calendario concreto y exacto durante la temporada. Van a salto de mata. Hay torneos donde sí saben a ciencia cierta que van a jugar y hay otros muchos donde la incertidumbre es total. Pueden entrar o pueden no hacerlo. 

No son pocas las ocasiones que se enteran a última hora y, por tanto, tienen que ir adaptando sus planes sobre la marcha. No es una historia nueva, ni mucho menos. Es casi tan antiguo como el propio Circuito Europeo, pero conviene recordarlo de vez en cuando para entender que no todo lo que rodea a un deportista profesional es fácil ni bonito.

La última de estas historias se ha producido esta misma semana y el protagonista es Ángel Hidalgo. El malagueño daba por hecho que no iba a entrar en el Open de Italia del DP World Tour en Roma esta semana y había planeado jugar el Open de Portugal del Challenge Tour, en Óbidos, muy cerca de Lisboa. A partir de aquí empieza una aventura contra el reloj.

Domingo 11 de septiembre. 22.00 horas. Hidalgo se encuentra en una habitación de hotel en Madrid viendo la final del US Open de Carlos Alcaraz. Durante el partido echa un vistazo a la lista de entradas del Open de Italia. Está en Madrid y aún tiene margen de cambiar los planes. Se trata de modificar un vuelo. En lugar de ir a Lisboa, cambiar el billete a Roma. Sin embargo, el ‘entry list’ lo tiene colocado en el puesto duodécimo. Está convencido de que no hay opciones de entrar, como mucho el miércoles a última hora y con mucha suerte. No hay cambio de planes. El destino es Lisboa. El partido de Alcaraz termina a las dos de la mañana y Ángel se duerme. 

Lunes 12 de septiembre. 8.30 horas. Llega a la T2 de Madrid para subirse a su vuelo a Lisboa. La salida se retrasa un poco (¿qué raro, verdad?). Finalmenre el avión despega a las 12 del mediodía. Justo antes de ponerse en el aire, Ángel revisa la lista de entradas de Italia. Se ha producido un cambio significativo. De pronto ha pasado a ser el sexto reserva. Cuidado…

Lunes 12 de septiembre: 12.30 (hora de Portugal). Hidalgo aterriza en Lisboa. Lo primero que hace cuando enciende el teléfono móvil y comprobar cómo están las cosas en el ‘entry list’ de Roma. Sorpresón. Es primer reserva. Ni cuidado, ni dudas. Aún no ha recogido las maletas y ya está buscando una manera de viajar a Roma. Se activa el plan b de emergencia.

Lunes 12 de septiembre: 13.00 (hora de Portugal). La suerte está de cara. O eso parece. Resulta que a las 15.30 (hora de Portugal) hay un vuelo directo de Lisboa a Roma. Parecía hecho para él. A medida. Lo compra, factura de nuevo (maleta y bolsa de palos, claro) y se dirige a la zona de embarque para comer mientras espera la salida de su avión.

Lunes 12 de septiembre: 14.50 (hora de Portugal). Ángel está almorzando junto a su caddie, Kisko Pérez, cuando recibe la peor noticia. Su vuelo a Roma se ha cancelado con la puerta de embarque ya adjudicada. Desastre. La compensación, eso sí, es un generoso ticket de comida de seis euros para cada uno. Toca buscar otra alternativa para llegar a Roma. Empieza la búsqueda de cero.

Lunes 12 de septiembre: 15.30 (hora de Portugal). Hay dos vuelos más que salen a Roma en las próximas horas. Uno es a las 18.00 horas de esa misma tarde, el otro es a las 7.00 del martes. Los dos encajan. Son buenas opciones. Adelante. La compañía realiza el proceso de reubicación, pero la operación vuelve a salir rana. No hay asientos libres en ninguno de los dos aviones. El próximo en el que podrían volar sale a las 16.00 horas de Portugal del martes. Llegarían de noche a Roma sin opciones de entrenar el campo, ya que el miércoles se celebra el ProAm y el campo está reservado sólo para los que disputan el ProAm. Hidalgo no lo juega. Lo único que podrían hacer es andar el campo y pegar bolas en la cancha de prácticas. Poco más.

Lunes 12 de septiembre: 16.00 (hora de Portugal). Toca buscar un plan c. Hidalgo y Kisko buscan otra alternativa que les permita llegar antes a Roma, al menos con cierto tiempo para entrenar el campo. Miran Barcelona y Madrid y finalmente la capital de España ofrece una salida. Hay un vuelo a Madrid desde Lisboa a las 21.00 (hora de Portugal) y otro de Madrid a Roma a las 7.00 (hora ya de España). Adjudicado. Lo compran.

Lunes 12 de septiembre: 16.30 (hora de Portugal). El plan c presenta un último obstáculo que deben superar. Las maletas y la bolsa de palos están en manos de la compañía, ya que las habían facturado para el vuelo que había a las 15.30 y que fue finalmente cancelado. Las tienen que reclamar. Ellos y una buena parte de los pasajeros que estaban en ese vuelo suspendido. Les atienden por estricto orden de llegada. Hay más de cien personas y el sistema de retorno de las maletas es como la pescadería en el mercado, por turnos. Ya les dicen que antes de dos horas no van a tener su equipaje de vuelta. Van justos…

Lunes 12 de septiembre. 21.00 (hora de Portugal). Las maletas y la bolsa de palos han salido dos horas y media después de hacer la reclamación. Al límite, pero a tiempo. Facturan y se suben al avión rumbo a Madrid. Menos de nueve horas después de haber aterrizado en el aeropuerto de Lisboa y sin haber salido de él, emprenden el regreso a Madrid.

Martes 13 de septiembre. 0.00 (hora de España). Finalmente llegan al hotel que está junto al aeropuerto de Barajas.

Martes 13 de septiembre. 04.00 horas. Suena el despertador. Hidalgo va al aeropuerto con pocas horas de sueño y cruzando los dedos para que no haya más sorpresas en el viaje.

Martes 13 de septiembre. 11.00 horas. Ángel y Kisco aterrizan finalmente en el aeropuerto de Italia. El avión salió en hora, han recogido sin problemas su equipaje y ya tienen el coche de alquiler. En el GPS ponen el recorrido Marco Simone de Roma. Si no ocurre nada más, podrán entrenar el campo. Llegan a Roma 37 horas después del comienzo del partido entre Alcaraz y Casper Ruud. 

Esta es la historia, aunque seguramente lo más extraordinario es que se trata prácticamente del pan nuestro de cada día de los jugadores reservas.