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Una charla con Edu Ramos, caddie del golfista español del DP World Tour

Una interesante reflexión acerca de por qué hay que seguir esperando a Pigem

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Carlos Pigem y Edu Ramos
Carlos Pigem y Edu Ramos, durante el Czech Masters. (© Golffile | Mateo Villalba)

Surge como una charla natural con su actual caddie, Edu Ramos, que lleva unas doce semanas trabajando con él. Los últimos resultados de Carlos Pigem, sin ser deslumbrantes, sí invitaban a considerar que algo había cambiado, que quizá el jugador catalán había encontrado un asa firme al que agarrarse, una senda más limpia, siquiera menos tortuosa…

Pigem pasaba el corte a mediados de agosto en Irlanda del Norte (ISPS Handa World Invitational), donde terminaba en el puesto 50º, a continuación firmaba un top ten (8º) en República Checa y acto seguido pasaba el corte en Suiza (38º). No se trata de una serie magnífica de resultados, pero todo depende de cómo se mire, pues hacía dos años que Pigem no conseguía un top ten en el circuito europeo y pasaba tres cortes seguidos. ¿Había, en efecto, cambiado algo? Pues sí. La historia tiene enjundia y pocas personas, ahora mismo, pueden contarla mejor que Edu Ramos, que ha vivido y participado del proceso.

“Después de estar tres años y medio trabajando con Pep (Anglés) me apetecía mucho esta experiencia. En primer lugar por mi amistad con Carlos y, además, porque se trataba de un reto importante para mí. Yo conocía, por supuesto, su calidad como jugador, pero al verlo de cerca todavía me ha sorprendido más lo bueno que es. Su juego corto, por ejemplo, de treinta metros hacia abajo, es impresionante; tiene un don en las manos. Él sigue trabajando la parte técnica con su entrenador Nacho Garrido, que le va muy bien, pero estaba claro que la parte a mejorar era la mental, así que me propuse meterme de lleno en buscar junto a Carlos la raíz del problema”.

Pigem lleva ya mucho tiempo tratando de hacerse un hueco estable en la primera división del golf europeo, pero sin llegar nunca a encontrar esa línea de consistencia. Según confiesa Ramos, esta situación de inestabilidad había llevado al jugador, incluso “a dudar de su continuidad en el golf de alto nivel. Las razones eran las mismas que han vivido muchos jugadores: sienten que, trabajando más que nadie, nada sale como quisieran. Sin embargo, creo que ahora se siente golfista de nuevo y que tiene opciones de ganarse la vida regularmente en el circuito europeo. Aunque esto va más allá de números y circuitos, porque lo importante es que él se siente capaz de repetir buenas vueltas y de que las malas no sean tan malas. Dicho de otro modo: se ve capaz de estar al nivel de los mejores”.

Edu y Carlos han hablado mucho en los últimos tiempos, tratando de encontrar el enfoque correcto. O por dónde había que empezar a construir esa mentalidad fuerte. “Después de hablar mucho nos dimos cuenta de que lo más importante era que aceptase que cada día que juega al golf puede salir de una manera diferente. Teníamos que intentar ser felices en el campo y tratar de encontrar soluciones cada día, en cada momento, incluso dos o tres veces en una misma vuelta de golf. La clave, tal y como lo veíamos, era aceptar que el golf tiende cada día a no dártelo todo. El día que va bien el juego largo, no pateas bien, y a la inversa, así que se trata de entender, y no es sencillo, que tienes que competir con lo que tienes ese día. Si lo consigues, resulta que al final un día sale todo”. 

Así expuesto, quizá suene todo demasiado sencillo, pero este tipo de batallas interiores que deben librar los jugadores suelen ser mucho más enrevesadas que el más enrevesado de los problemas puntuales técnicos. En este sentido, el caddie no duda en destacar que “todo el mérito de la mejora que ha dado es de Carlos, porque además de ser un tipo muy trabajador, es muy honesto. Es un tipo muy sentido y muy honesto, se le ve venir, y en este tipo de situaciones eso es una ventaja. En lo que respecta a mí, no puedo estar más encantado, porque él te implica a fondo en el trabajo, me exige mucho y eso hace que yo aprenda mucho. Tengo plena confianza en él y en este proyecto. Y además veo que él tiene ya la seguridad de que esto saldrá adelante antes o después”.

Los planes de Pigem pasan ahora por jugar esta semana el Open de Italia y la semana que viene el Open de Francia, aunque no está del todo claro si realmente va a poder entrar a este último. Sí parece que no tendrá problemas para jugar el Open de España y luego en Mallorca. Su posición ahora mismo en la Race es el puesto 191º, así que necesita un acelerón considerable para acercarse a ese puesto 120º que define los derechos completos de juego. Si no es así, Carlos jugaría las semifinales de la Escuela europea, tratando de meterse en la Final y obtener de este modo una categoría consistente.

Carlos tiene 32 años y, por lo tanto, margen más que suficiente para reconstruir o apuntalar su carrera al más alto nivel. Lleva a sus espaldas casi 140 torneos en el DP World Tour y más de cincuenta en el Challenge, así que no es nuevo en la plaza. Su sueño es el de muchos, y no es sencillo hacerse hueco a codazos en la jungla del golf profesional de máximo nivel competitivo, pero su horizonte aparece hoy sensiblemente más despejado y, por tanto, hay sobradas razones para seguir esperándolo.