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La tarde caía, tonta y lenta, hasta que un tipo sacó el hierro 2 de la bolsa

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Adri Arnaus. © Golffile | Hugo Alcalde
Adri Arnaus. © Golffile | Hugo Alcalde

Hay jornadas más tontorronas que otras en un campo de golf, sea el Portugal Masters o el mismísimo Open Championship. Aunque todo depende también del subjetivo punto de vista de cada cual y de sus biorritmos. Hoy la tarde caía apacible y lenta sobre el Dom Pedro Victoria Golf Course, aunque es muy cierto que el viento, que se había levantado a mediodía, le había echado algo más de picante al cotarro.

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Será la saudade portuguesa, o alguno de sus sucedáneos. O sería que buena parte de la Armada andaba en tierra de nadie o directamente metida en un lío: Iván Cantero (+7), Álvaro Quirós (+5), Eduardo de la Riva (+3), Nacho Elvira (+2), David Borda (PAR), Pablo Larrazábal (-1), Adrián Otaegui (-1)…

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Incluso Adri Arnaus (-3), que venía como un tiro (cuatro menos después de los primeros once hoyos), haciendo méritos incluso para ser el mejor jugador del turno de tarde, se había frenado bruscamente con un bogey en el 12 (y muy buen bogey fue después de mojarse los pies para sacar la bola del lago) y otro más en el 14, tras errar un putt corto de par. En fin, lo dicho: que se nos iba la tarde entre saudades y morriñas…

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La salida de Arnaus en el 17, último par 5 del recorrido luso, tampoco ayudaba a disparar las pulsaciones, pues se iba por la izquierda y la bola se quedaba bien asentada en el rough y muy cerca de un arbusto, de tal modo que el disparo a green se intuía poco menos que imposible. Entonces sucedió: uno de esos fogonazos que este tipo de jugadores son capaces de producir y que valen por el precio del bono semanal del torneo.

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Después de darle unas cuantas vueltas al asunto, el jugador español se animaba a sacar el hierro 2 de la bolsa. Describamos al detalle el escenario: estaba a 212 metros de la bandera, con la bola haciendo nido sobre la hierba bermuda y un ángulo de tiro recortado por culpa de un arbolito, así que la decisión parecía algo más que arriesgada. Como tenía palo de más en las manos (puestos a fallar, mejor hacerlo largo que irse corto al agua), el swing de Adri fue especialmente rítmico, incluso suave, y la bola voló majestuosa, alta (ojo, el palo era un hierro 2) y plena de control hasta el mismo green. Nunca debe tirarse la toalla siguiendo a estos tipos. La liebre puede saltar desde el mismo rough y a más de dos centenares de metros del trapo… Arnaus sacaba el birdie fácil después de tirar un buen putt largo de eagle y cerraba una ronda notable.

Por lo demás, el sudafricano De Jager (-8), líder destacado tras el turno matutino, mantenía sin problemas ni agobios su privilegiada posición hasta el final. Bien mirado, hay que ser justos y concluir que el asunto tiene mucha más miga y emoción de lo que insinuaba esta tarde lentorra de otoño, de mecedora, en el Algarve portugués: de los once jugadores que se han situado en el top ten del torneo después de la primera jornada, siete venían esta semana situados más allá del puesto 117º de la Race, el que marca la frontera entre mantener los derechos de juego completos para 2020 y no hacerlo (Walters, McLeod, Wang, Fichardt, Kim y Stone, además del propio De Jager). Resulta que la gente viene dándose codazos. Y nosotros, sin enterarnos.

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