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Alejandro Cañizares firma una tarjeta de 70 golpes en la segunda jornada del Estrella Damm Andalucía Masters

A Cañi le recuerda su padre que el remedio, a veces, puede ser muy simple

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Alejandro Cañizares durante la segunda jornada del Estrella Damm Andalucía Masters. © Golffile | Oisín Keniry
Alejandro Cañizares. © Golffile | Oisín Keniry

Alejandro Cañizares (+1) va a estar de entrada en la pelea por ganar el Estrella Damm Andalucía Masters durante el fin de semana, después de entregar hoy una tarjeta de 70 golpes. Así lo atestiguan su posición después de 36 hoyos (es sexto) y la escasa diferencia que lo separa de la cabeza del torneo (está a cuatro golpes del líder, John Catlin, y a dos de la segunda posición), que en un campo como Valderrama puede volatilizarse en un abrir y cerrar de ojos.

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Hoy arrancaba además con una refulgente serie de cuatro birdies consecutivos que lo situaban por momentos en el liderato, pero Cañi venía de sufrir lo suyo en la gira del Reino Unido, donde no se ha ahorrado ningún esfuerzo. No es un decir: lleva siete semanas consecutivas compitiendo, contando con la actual, y en breve serán ocho, ya que juega la semana que viene en Portugal. Nunca en su carrera había encadenado ocho semanas de competición, por cierto. Decíamos que viene de sufrir lo suyo, fallando demasiados cortes y sin dar con la tecla, cuando en realidad él sentía que le estaba pegando muy bien a la bola antes de reanudarse la competición.

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El asunto es que Alejandro, en las vísperas de esta cita en Valderrama, tenía algo más que un lío en la cabeza, muy preocupado con el swing. Pero este pasado domingo iba a encontrar un remedio eficaz contra las ‘cefaleas’. Eficaz, sencillo y casero. Tan casero, como que provenía de su propio padre, José María Cañizares, uno de esos sabios del golf, hechos a sí mismos, que saben cuándo toca desenredar la madeja y desempolvar los grandes e inmutables principios.

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El pasado domingo padre e hijo se fueron a jugar a La Reserva y allí andaba el menor de los Cañi con sus cuitas técnicas. Su padre no es de grandes discursos ni peroratas, pero le sobra el sentido común. Así que lo vio claro: “mira, en dos días no vas a cambiar el swing. Tienes que fijarte más en algún detalle de tu rutina que te pueda ayudar”, le vino a decir. Se pusieron a ello y llegaron a una conclusión simple, de toda la vida: “lo que estoy haciendo es recuperar esa rutina que consiste en fijar una referencia a un metro de distancia en línea al objetivo… Nada del otro mundo, pero me está ayudando”, señala el jugador.

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Al final, seguramente se trata de desviar toda la atención, que antes se iba a complejas piruetas técnicas, hacia una idea mucho más simple y eficaz que aporte confianza y tranquilidad a la hora de preparar el golpe. De momento, le está yendo muy bien.

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El domingo, por cierto, salvo una bola que se le despistó más de la cuenta desde el tee, José María Cañizares, que ya gasta una edad de 73 años, completó los otros 17 hoyos con 16 pares y un birdie. Mucho ojo: lo hizo saliendo desde atrás, junto a su hijo, pegando drive y madera 3 en varios pares 4 y recuperando alrededor de green sin despeinarse desde todo tipo de posiciones. Como para no hacerle caso cuando saca el manual y te dice que te dejes de pamplinas…