Alejandro del Rey (-5) suma y sigue. El golfista madrileño ha entregado una muy buena tarjeta de 67 golpes en la segunda ronda del Open de Sudáfrica y no sólo ha asegurado el corte, sino que se ha ganado la licencia para mirar hacia arriba. El liderato está lejos, sí, a ocho golpes, pero el top 10, por ejemplo, lo tiene a tiro de piedra, apenas a dos impactos. Se mete en el fin de semana en una gran situación.
Y el asunto es que hay que darle todo el crédito a lo que está haciendo porque el golf no se lo está poniendo precisamente fácil a Del Rey en las dos últimas semanas. De tee a green está fino, cierto, se encuentra a gusto pegando a la pelota, está consiguiendo hacer prácticamente lo que quiere, pero con el putter está viviendo algo muy parecido a un calvario.
«Hoy a mitad de vuelta saliendo de un hoyo le he dicho a mi caddie: ‘es impresionante cómo estamos luchando las vueltas y las estamos sacando adelante con ‘la calambra’ que llevo en los greenes», asegura Alex en declaraciones a este medio.
‘La calambra’ es una expresión muy golfística. No la busquen en la RAE porque no van a encontrar nada. Ahora bien, dense ustedes una vueltecita por cualquier cafetería de un campo de golf o un putting green y ya verán cómo lo escuchan. Prácticamente, se trata de perder casi el control absoluto de tu putter, no saber cómo va a responder la bola en el green. Se trata de una desconfianza absoluta.
Del Rey es habitualmente un gran pateador. Es una de sus grandes cualidades. Sin embargo, la semana pasada lo pasó fatal en los greenes del Houghton GC, durante el Joburg Open. La hierba allí era muy dura, muy fuerte e influía una barbaridad en la caída de la bola. «Había veces que claramente el green caía hacia un lado, pero el pelo se la llevaba al lado contrario. Eso me generó bastante desconfianza y llegó un punto que no sabía casi como patear», asegura Del Rey.
Esa desconfianza se ha trasladado a la semana siguiente. No veía una caída y, lo peor de todo, no terminaba de confiar en lo que veía. «Le estaba pegando un poco achantado, así que han sido dos semanas de una lucha increíble», remarca. Hoy se ha encontrado un poco mejor, especialmente de cinco metro hacia abajo, pero en los putts largos ha vuelto a sufrir, algo muy raro en sus estándares. Claro, algún tripateo ha caído.
Sea como fuere, Alex está sacando petróleo al resto del juego. La semana pasada superó el corte y acabó entre los 30 mejores y ahora se ha colocado en la zona noble. Hoy ha hecho cinco birdies, un eagle y dos bogeys y siente que puede ir mejor el fin de semana. Nada más terminar su segunda ronda se ha ido al putting green y se ha metido una buena sesión entre pecho y espalda. Está empezando a coger mejores sensaciones. «Me voy a centrar sólo en ver la bola rodar bien y a ver si así acaban entrando algunas en los 36 hoyos que restan», comenta.
Si así fuera, ojo con Del Rey. Sus 67 golpes de esta mañana han sido la cuarta mejor vuelta de su turno sin estar especialmente brillante en los greenes. Se ve con opciones de hacer muy pocas en cuanto la guitarra empiece a afinarse un poco. De momento, tanta lucha está recibiendo una sensacional recompensa.
El líder del torneo es Thriston Lawrence (-13). El último rookie del año en el DP World Tour no baja el pistón. Es un campo largo y hoy está soplando más el viento, pero el sudafricano se encuentra muy a gusto. Tiene dos golpes de margen sobre Ockie Strydom (-11) y tres sobre Clement Sordet (-10) y el amateur de 19 años Christian Maas (-10). Merodean por la zona alta también Wilco Nienaber (-8) y Ross Fisher (-8).
El resto de españoles del torneo está jugando por la tarde, lidiando con unas condiciones más difíciles que ayer. En estos momentos, el mejor en el campo es Francesco Laporta con cuatro bajo par. Parece muy improbable que algún jugador pueda alcanzar el liderato de Lawrence.
