No hay golfista en el mundo que no huya de comentarios de este tipo cuando se realizan en mitad de una ronda o un torneo.
– «Hay que ver qué bien estas pateando hoy».
– «Le estás pegando al driver como nunca».
– «¿Qué bien se te da este campo?»
– «No fallas ni un golpe de este tipo…».
Para el común de los jugadores, al menos para una gran mayoría, este tipo de frases son una llamada demasiado atrevida al mal fario. Basta decir algo de eso para que todo se vuelva en contra como por arte de magia.
Algo así le ha pasado a Jon Rahm en la charla con los periodistas después de la tercera jornada del DP World Tour Championship, después de colocarse líder del torneo. Le preguntaban qué tiene este campo de Jumeirah que se le da tan bien, con una media de golpes antes de empezar del torneo de 67,5 y tres vueltas esta semana de 65, 66 y 70 golpes.
«No lo sé. Y espero no averiguarlo nunca, es la manera de venir aquí con buenas vibraciones; en cuanto lo sabes, se van», aseguraba tratando de evitar el mal fario. El matiz a la respuesta de Jon es que el problema no está tanto en saber por qué un campo se adapta bien a tu juego como en verbalizarlo públicamente. Ahí es donde entra la superstición…
Más allá de esta curiosidad divertida, Rahm admite que se encuentra muy a gusto en Jumeirah. «Simplemente me gusta el campo de golf. Creo que visualmente se ajusta a mi ojo y se adapta muy bien a jugadores cuyo punto fuerte es el golpeo de bola», afirma.
En cuanto a la ronda de hoy, Jon tiene claro que exprimió al máximo su golf para sacar el máximo rendimiento. «Ha sido opuesto a lo de ayer. No podía haber hecho un golpe menos. Maximicé la ronda. No ha sido mi mejor golf desde el tee, pero he podido conseguir algunos birdies en situaciones no tan buenas. No he cazado ninguna de las calles en los pares 5 y aún así los he jugado con tres bajo par».
Esto ha salido hoy así, pero sabe que mañana tendrá que mejorar con el driver. «Espero que mañana pueda estar un poco mejor desde el tee y seguir con el buen juego de hierros y el buen putt». La distancia es una ventaja en el Earth Course. Jon lo sabe, aunque no es lo único. «Obviamente, la distancia siempre es útil, pero más aún en este campo de golf. Hay un par de bunkers que puedo pasar. Por ejemplo, hoy he jugado con Campillo, que no es un pegador corto, pero no ha podido pasar todos los búnkers, esto cambia mucho las cosas. El 15 es un ejemplo perfecto: Hoy he pegado un gran drive y un golpe de 30 yardas al pin y él ha tenido que hacer un lay up», explica.
