Hace ya unos años que en Japón se puso en marcha el proyecto Keita Nakajima, un jugador-cohete de golf nacido en el año 2000 que asombró a todos siendo muy pequeño y que se ha ido moldeando y cuidando paso a paso con el objetivo de convertirlo en uno de los mejores del mundo.
En 2015, siendo aún adolescente, jugó su primer torneo profesional, al año siguiente ganó las Faldo Series de Asia y paso el corte con sólo 16 años en una cita del Japan Tour. Otra victoria más en 2017, campeón de Australia amateur en 2018, campeón de los Juegos de Asia ese mismo año y ganador en 2021 del Asian Pacific Amateur y del Panasonic Open, torneo profesional siendo todavía amateur.
En 2022 jugó el Masters, US Open y Open Championship. Falló el corte en los tres pero batió el récord de semanas consecutivas como Número Uno del mundo amateur, superando a un tal Jon Rahm. Todo bestial, todo muy rápido, todo siendo muy joven, aunque en realidad con un crecimiento sostenido y paulatino, sin dientes de sierra, sin pelotazos inverosímiles. En 2023, su primer año como profesional, gana tres torneos del Japan Tour, suma dos segundos puestos, acaba ocho veces en el top 10 y se lleva el ranking. Todo rápido, pero sostenido, alucinante, pero paso a paso, superando cada etapa cuando toca, conformando el apasionante proyecto Nakajima.
Hoy 30 de marzo de 2024 el cohete ha superado otra prueba de fiabilidad en la tercera ronda del Hero Indian Open. Por primera vez ha salido a jugar un moving day del DP World Tour como líder y el resultado ha sido excepcional. Partía con dos golpes de ventaja y se ha ido a dormir con cuatro sobre Romain Langasque y Gavin Green, después de entregar una tarjeta de 68 golpes. Más allá de los números, los birdies, que han sido seis, y los bogeys, que sólo han sido dos, lo que más ha llamado la atención de Nakajima es la naturalidad con la que se ha desenvuelto. Como si llevara toda la vida. Como si hubiera nacido para esto. Ha sido un 68 aparentemente fácil en un campo que no tiene nada de fácil.
Lo primero que impone de Nakajima es su planta. Pisa fuerte y con la cabeza alta. Después, pega muy recto desde el tee, pero que muy recto, es agresivo, valiente y patea en modo nipón, en modo Kawamura. Es decir, como los ángeles. En el tee del 9 se ha producido uno de esos momentos que marcan el carácter de un competidor. Venía de hacer un bogey feo en el 8, par 5, uno de los hoyos más fáciles del DLF Golf & CC. Había fallado el drive de salida. El 9 es un par 4 corto en el que realmente no se gana demasiado pegando el driver. Hay que hacerlo perfecto para llegar a green de uno y el agua espera amenazante a la izquierda. Además, hoy la bandera estaba corta, por lo que aún cuadraba menos pegar el palo grande.
Sin embargo, Nakajima lo ha hecho. Seguramente, desde un estricto punto de vista de estrategia, pegar ahí el driver es un error, pero el japonés quería mandar un mensaje. «Que sí, que he fallado el drive en el 8, pero que no me arrugo, que yo sigo tirando y empujando». Ni siquiera hizo el birdie, pero el mensaje estaba lanzado.
Nakajima salía a jugar con dos golfistas que no son precisamente de los que se achantan, Langasque (-14) y Matteo Manassero (-13), y el resultado ha sido magnífico. Ha sido el mejor de los tres, el más ordenado, el mejor en los greenes, el más fiable. Prueba superada. El cohete Nakajima ha superado una nueva prueba y está más cerca del despegue. Mañana, nuevo test. El de salir líder el último día en el circuito europeo. Veremos cómo sale. De momento, el proyecto progresa adecuadamente.
No fue un buen día del movimiento para los españoles Adrián Otaegui (-2) y Ángel Hidalgo (+2). Los dos se dejaron posiciones con vueltas de 74 y 75 golpes, respectivamente. Demasiados errores. Diez bogeys entre los dos. Lo bueno es que todavía el domingo, con una gran vuelta, tendrán opciones de escalar en la clasificación y llevarse de India un buen botín.