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Estrella Damm N.A. Andalucía Masters | Segunda jornada

Sebas y la trampa sibilina que siempre acecha en Valderrama

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Sebas García Rodríguez en el hoyo 17 de Valderrama durante la segunda jornada del Estrella Damm N.A. Andalucía Masters. © Golffile | Malcolm Mackenzie
Sebas García Rodríguez en el hoyo 17 de Valderrama durante la segunda jornada del Estrella Damm N.A. Andalucía Masters. © Golffile | Malcolm Mackenzie

Sebas García Rodríguez (-5) se ha mantenido en los puestos punteros de la clasificación del Estrella Damm Andalucía Masters, una vez finalizada la segunda jornada. Lo ha hecho gracias a una vuelta de 69 golpes que, en apariencia, bien podría ser un cañón. Suele serlo cualquier registro por debajo del par en Valderrama, para qué engañarse.

Sin embargo, pocos minutos después de firmar la tarjeta, el madrileño todavía trataba de sacarse tres espinas. Dos se le habían clavado en los hoyos 14 y 2 (había salido a jugar por el 10), de donde salía con sendos bogeys en la mochila, después de pegar el segundo tiro desde el centro de la calle y con un wedge en las manos.

El razonamiento del jugador es el siguiente: en Valderrama, precisamente en este campo, donde cada tiro tiene su miga y es absolutamente necesario estar en el lugar correcto, no se pueden regalar estos bogeys en situaciones tan propicias. Es una teoría realmente sencilla de entender, pero que tiene sus lagunas, porque desafortunadamente, nos guste o no, tirando a greenes tan pequeños no es tan sencillo cazarlos, ni siquiera con un wedge en las manos, mucho menos cuando se va en busca del trapo, que es lo que estos jugones suelen hacer en tales posiciones.

Hay que empatizar con los jugadores, no se nos entienda mal. Si la tensión pudiese medirse, en Valderrama ellos juegan con varios puntos por encima de la media del resto del año. Del hoyo 1 al 18. Así es, porque cualquier error minúsculo puede acabar en pequeña tragedia. Por eso, cuando uno se ve ahí, bien puesto en mitad de la calle, después de ejecutar una salida a la perfección…

Decíamos que había una tercera espina. Se le clavaba en el tee del 8, porque él veía mejor pegar un hierro largo de salida y su caddie (y mánager), Manuel Gil, le animaba a coger el driver, para tratar de llevar la bola al bunker que defiende el green frontalmente en este par 4 corto. Así lo hacían al final, pero el asunto terminaba en bogey después de marcharse al bosque de alcornoques de la izquierda. En fin, nada que no ocurra en las mejores familias.

Esta es una de las trampas sibilinas con las que el embrujo y el carisma de Valderrama tratan siempre de minar la moral de estos grandes jugadores: cuesta lo suyo ganarle al campo y, a veces, cuando lo consiguen, todavía andan sacándose espinas…

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