Inicio Grandes Circuitos DP World Tour La fe de Larrazábal mueve montañas (y rocas)
VÍDEO | El barcelonés protagoniza la historia del día en qatar al mover una piedra de cientos de kilos para tener tiro a green

La fe de Larrazábal mueve montañas (y rocas)

Compartir

Finalmente el viento ha soplado sobre el Doha Golf Club algo menos de lo esperado, pero en todo caso, y según la zona del campo, más o menos expuesta al flanco Norte, se ha llegado a rozar la ‘categoría’ de vendaval…

Una segunda jornada muy dura, así pues, sobre todo para el turno de tarde, que se ha comido toda la ronda con viento y unas dos últimas horas de juego sufriendo rachas que llegaban a rondar los cuarenta kilómetros por hora.

Seguramente por eso, uno de los líderes después del primer día, Pablo Larrazábal (-7), se mostraba moderadamente satisfecho tras firmar una tarjeta de par en el día, quedándose a cuatro golpes de la cabeza (pensemos por ejemplo que el otro líder al inicio del día, Louis Oosthuizen (-6), ha jugado por encima del par).

Aún pudo haber vencido al campo el barcelonés con una jugada maestra digna del mismísimo… Tiger Woods. En su último hoyo del día, el 9, par 5, puleó el tiro desde el tee y la bola fue a parar por la izquierda, lejos del fairway, para acomodarse detrás de una roca gigantesca que dejaba sin tiro a green al español. Sin embargo, al llegar allí, Larrazábal estudió el terreno y atisbó una posibilidad… Ni corto ni perezoso consultó a un árbitro si semejante mamotreto era un obstáculo movible o inamovible, aunque en un principio la sentencia fue clara: esa piedra no se podía mover. Sin embargo, y tras una segunda consulta a un segundo árbitro, le concedían la posibilidad de mover el peñasco, recordando aquella famosa imagen de Tiger en Scottsdale, cuando un grupo numeroso de aficionados le ayudó a mover un bloque pesadísimo de piedra para que tuviese tiro a green.

A ojo de buen cubero, la piedra del desierto de Arizona era algo más pesada, aunque esta otra del desierto qatarí también contaba con unos cuantos cientos de kilos de peso. Pablo reclutó enseguida a unos cuantos voluntarios que consiguieron mover el ‘impedimento suelto’, aunque a la postre erraría un putt de unos dos metros para birdie.