Es el palo más famoso del Catalunya Championship. No es para menos. Ha sido el gran protagonista del desempate. Seis hoyos han jugado Adri Arnaus y Oliver Bekker y los seis ha salido el español desde el tee con ese hierro 2. Es un palo extraterrestre en la bolsa de un jugador extraterrestre.
Arnaus siempre se ha encontrado muy a gusto con ese palo. Por este motivo, esta temporada, cuando llegaron los palos nuevos de Callaway le hizo una petición a su marca. ¿Podríais montarme la antigua cabeza de mi hierro 2 en los nuevos palos? Dicho y hecho. Callaway lo hizo y lo que salió de esa pequeña obra de ingeniería ha sido un torpedo.
Adri siempre ha ido muy largo con ese palo. Normalmente hacía unos 235 metros de vuelo, que se dice pronto. Hierro 2, no lo olviden. Hablamos de casi 260 yardas. Pues bien, con el nuevo montaje, ha ganado incluso más distancia. Hace de vuelo 245 metros y ha llegado en alguna ocasión a ponerla a 250, por ejemplo en Sudáfrica. Hablamos de casi 270 yardas. Es una madera 3 para los pegadores medios-altos del circuito europeo. Poca broma.
Ese hierro 2 ha sido su gran aliado durante la semana, pero no el único. Arnaus ha trazado un plan casi perfecto para ganar este Catalunya Championship. Sólo se desvió del rumbo en la segunda jornada, cuando reconoció que se le fue el swing y que no fue capaz de enderezar las cosas. «Ha sido como un mal sueño», confesó. Despertó a tiempo y convirtió la pesadilla en el sueño feliz de un niño.
El plan de Arnaus se ha visto reflejado en la cantidad de palos diferentes que ha pegado desde el tee. Desde el drive a la madera 3, pasando por ese ya mítico hierro 2, el hierro 4 y hasta el hierro 5. Hablamos de pares 4 y pares 5…
De hecho, la enorme pegada de Arnaus se ha visto hoy también en el hoyo 15. Es un par 5 que este domingo se ha jugado con la brisa en contra. Es cierto que no es muy largo, pero el golfista de Moià se ha dejado una opción de eagle pegando el hierro 5 desde el tee y un segundo golpe con el hierro 8. Sobrenatural.
El golpe del torneo, no obstante, ha sido el segundo del sexto hoyo de desempate. Jugaban el 17. Por supuesto, ha pegado el hierro 2 desde el tee. Un gran hierro 2 que ha colocado casi a la altura del drive de Oliver Bekker. Después ha pegado el hierro 7 de su vida. Tenía viento en contra y ha botado a 166 metros, justo donde quería y la ha parado a metro y medio para birdie. Todos los números exactos. Golpe perfecto. «No sé ya ni qué decirle a la bola», decía su caddie Xabi Gorospe mientras la bola volaba. Sabían que no había manera de pegarle mejor.
Quizá la principal lección que saca Arnaus de esta semana es que tiene tanto poderío que se puede permitir el lujo de jugar un mismo campo de golf de muchas maneras diferentes y, sobre todo, de un modo ‘seguro’, si es que eso existe en golf. Va tan sobrado que pegando hierro desde el tee va suficientemente largo como para hacer daño a los campos. No necesita mucho más. Claro que se pueden fallar hierro 2, 3 y 4, pero los fallos con el driver siempre son más graves. El mejor ejemplo es el hoyo 14: «cuando vengo a entrenar pego siempre el drive a todo lo que da y esta semana he pegado un día el hierro 2 y los otros tres el hierro 4». Es una versión de Arnaus más controlada y peligrosa. Una versión que da miedo.
