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Hablamos con Rasmus Hojgaard en Sotogrande de su experiencia en la Ryder Cup de Roma

Objetivo: que en dos años el buggie lo lleve otro

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Sotogrande ya luce sus mejores galas. El tiempo acompaña. La entrada al campo es majestuosa. Flota en el ambiente esa sensación de que estamos ante un Estrella Damm Andalucía Masters especial. Arranca el jueves, pero la calle de prácticas ya está llena. Normal. Venimos de Madrid, desplazamiento fácil. Nada que ver con el estrés del Open de España, con jugadores llegando el martes por la noche por culpa del retraso la semana anterior en el Alfred Dunhill Links Championship. Aquí se respira paz.

Hay una excelente nómina de jugadores. Entre los que más despunta está el danés Rasmus Hojgaard, uno de los más grandes talentos surgidos en el DP World Tour en los últimos tiempos. Tiene 22 años y cuatro victorias. Cosa seria. Juega en Sotogrande con un objetivo principal, sumar el mayor número de puntos posible para conseguir la tarjeta del PGA Tour a través de la Race to Dubai. Ahora mismo ocupa el puesto 19º en el orden de mérito, a poco más de 94 puntos de su paisano Thorbjorn Olesen, el último de los diez que ahora mismo ganaría la tarjeta. Es decir, lo tiene a tiro.

Digamos que el PGA Tour es el plan más inmediato, pero hay otro que martillea de manera constante la cabeza del golfista nórdico. Sueña con él y no se lo puede quitar de la cabeza desde hace poco más de 20 días. Se trata de la Ryder Cup de 2025 en Nueva York. Rasmus estuvo en Roma hace menos de tres semanas, pero no jugó. No se clasificó, ni fue elegido. Era un colaborador del equipo. Básicamente, conducía el buggie de Thomas Bjorn, vicecapitán de Luke Donald, y se rebanaba los dedos viendo jugar a su hermano Nicolai. La experiencia fue sensacional, pero tiene claro que ha llegado el momento de pasar de pantalla.

«Fue una experiencia muy guay. Es una semana muy larga, tarda mucho en empezar el torneo, los días pasan lentos, pasé mucho tiempo con Thomas Bjorn, como es lógico. Y después, una vez empieza el torneo es muy excitante. Estar en el tee del 1 el viernes por la mañana es algo incomparable. Me puedo hacer una idea de lo que sienten los jugadores en ese momento», asegura a Ten Golf.

Está feliz de haber podido vivir la Ryder desde ese punto de vista, ya que está convencido de que eso le va a ayudar cuando tenga la oportunidad de jugar. «Si me meto en el equipo dentro de dos años creo que estaré mucho mejor preparado por todo lo que sé ahora de lo que he vivido en Roma. Es una semana muy estresante y puedes ver que los jugadores con más experiencia lo llevan mejor y los rookies algo más estresados. Fue bonito de ver. Aprendí mucho», señala.

Obviamente, Rasmus no perdió ojo de su hermano. Lo siguió en cada golpe, en cada minuto de la Ryder. «Fue muy chulo ver a Nicolai jugar con Jon. Jugaron bien, firmaron una vuelta muy buena frente a grandes jugadores. Nicolai se puso muy feliz cuando le dijeron que iba a jugar con Jon, obviamente. Se sintió muy cómodo en su compañía y desde el principio jugó muy bien. Disfrutaron mucho los dos juntos, se pudo ver y obviamente todos vimos lo bien que jugó Jon al final de la vuelta. Se ayudaron muy bien. Es espectacular cuando puedes compartir un torneo de esa magnitud con jugadores de clase mundial», precisó.

De este modo, Rasmus tiene muy claro lo que quiere que ocurra en 2025 en Nueva York: «Mi objetivo es definitivamente jugar dentro de dos años. Que en Nueva York el buggie lo lleve otro». Rasmus cede ese puesto con gusto, puesto que sólo quiere verse jugando para Europa. Que Roma le puso los dientes largos es quedarse muy corto. No hay mayor motivación posible que poder jugar la Ryder Cup y, encima, con su hermano.