El viaje a Shanghai no empezó precisamente de la mejor manera. Apenas unos días antes habían ingresado a su abuela en la UCI, un motivo más que suficiente para preferir quedarse en casa más que cruzarse el mundo de punta a punta. Además, su golf tampoco estaba entonces en su mejor momento. Dos semanas antes en Portugal había salido bufando del campo porque no encontraba la manera de hacer resultado y una pequeña molestia en la espalda lo tenía con la mosca detrás de la oreja.
Pero claro, la profesión, en este caso, va por dentro, y tocaba viajar a China para jugar el BMW Masters de 2013. Era una semana grande para el European Tour, ya que se estrenaban las Series Finales. Todo un acontecimiento, el primer intento a este lado del Atlántico de acercarse al modelo del PGA Tour. Y allá que fue Gonzalo Fernández Castaño.
«Recuerdo que la semana anterior, entre Portugal y China, me quedé en Valderrama trabajando con mis dos entrenadores, Mariano Bartolomé y José Carlos Gutiérrez. Hicimos un cambio tanto en el swing largo como en el putt que consistió en acortar un poco el ‘follow through’ para acelerar más a través. Para entendernos, se trataba de dar un golpe más seco», recuerda Gonzalo a Ten Golf casi siete años más tarde.
El torneo arrancó con dos días de mucho viento, bastante más de lo usual en el mítico recorrido de Lake Malaren. El golfista madrileño aguantó y el fin de semana fue muy bien. «El domingo no miré las clasificaciones hasta que topé con una de frente en el hoyo 15. Allí hice birdie y recuerdo que me puse con dos de ventaja. Hasta ahí el juego largo había estado muy bien, pero en ese momento, quizá con la presión de los últimos hoyos empezó a resentirse y apareció el juego corto. En el 16 hizo una recuperación espectacular y en el 17 metí un chip desde fuera», describe.
Aquellos dos latigazos le permitieron salir al último con tres golpes de ventaja… y menos mal. «Aposté por jugar el hoyo 18 de manera conservadora, se fue complicando y me acuerdo que tuve que sacar un buen doble bogey para terminar ganando por una», se ríe. En segunda posición terminaron empatados Thongchai Jaidee y Francesco Molinari.
En el momento de las celebraciones tuvo que echar mano de Soren Kjeldsen para evitar alguna que otra mirada fea de sus patrocinadores. «No sé aún por qué no me llevé viseras a ese torneo, es raro porque yo siempre juego con viseras, pero no las tenía. Así que cuando llegó la entrega del trofeo apareció Kjeldsen que me dejó la suya para las fotos», explica.
Así se fraguó la primera victoria de la historia en las Rolex Series. En Shanghai. La dedicatoria, por supuesto, fue especial hacia los abuelos. «Gracias a Dios todo salió bien, ella se puso buena y les pude brindar el triunfo», recuerda.
