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McDowell gana, llora y Harrington se ríe a carcajadas

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Graeme McDowell posa con el trofeo mientras mira su móvil en Arabia Saudí. (© Golffile | Fran Caffrey)

Graeme McDowell (-12) ha ganado el Saudi International haciéndose un bello homenaje a sí mismo. Se ha impuesto con su estilo, con una garra infinita, agarrándose en cada golpe, desplegando un juego corto exquisito y, sobre todo, pateando como los auténticos ángeles.

Sí, ha ganado como lo hizo el G-Mac del US Open en 2010 en Pebble Beach. O como el del Andalucía Masters de Valderrama aquel mismo año. O como lo hizo el del torneo de Tiger Woods en 2012. Es su carné de identidad. Su ADN. Un toro bravo que llegó a situarse como Número 4 del mundo, siendo un pilar fundamental para Europa en las Ryder Cup de 2010, 2012 y 2014.

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McDowell ha resistido mejor que nadie en los últimos partidos a las duras condiciones que, de nuevo, se han vivido hoy en el Royal Greens Golf and Country Club de la Ciudad Económica del Rey Abdalá. Tocaba apretar los dientes y aguantar. Tocaba aceptar los bogeys y mirar hacia adelante. Tocaba pegar los golpes necesarios en los momentos precisos. Y todo eso es exactamente lo que ha hecho McDowell. Como si fuera fácil… Aunque en su caso, lo ha hecho tantas veces que al final hay que llegar a la conclusión de que se mueve como pez en el agua en el barro. Ha ganado con una vuelta de par. No hay muchos mejores jugadores cuando se trata de sobrevivir.

Sin lugar a duda, la clave de su victoria ha estado en los hoyos 14 y 15. El norirlandés cometió un bogey tonto en el 13, un hoyo muy difícil donde fallaba un putt muy corto para par. Ha sido uno de esos momentos que te pueden dejar en shock, sobre todo cuando estás peleando por la victoria. Es cierto que en ese momento nadie le estaba apretando en exceso. Dubuisson ya venía perdiendo gas, Gavin Green también se había dejado terreno, Victor Perez y Paratore andaban desaparecidos en combate y sólo se aparecía en el horizonte la amenaza lejana de Thomas Pieters, que había terminado con -9, Phil Mickelson, que podía llegar al doble dígito y Dustin Johnson, siempre Dustin Johnson.

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Sin embargo, la reacción de McDowell ha sido de campeón. Metió un putt de birdie soberbio en el hoyo 14 de unos tres metros y medio y acto seguido pegó el golpe del día. Desde el rough, con la bola no perfectamente colocada, la dejaba a un metro del hoyo. Un golpe especial. La firma de su victoria. Se ponía con -12. Los tres últimos hoyos, pese al viento, se veían ya cuesta abajo.

Sacó tres pares de manual, sin grandes sacrificios y se llevó el triunfo por delante de Dustin Johnson (-10), que se las arregló para quedar segundo sin hacer nada del otro jueves en toda la semana, y de Phil Mickelson (-9), Thomas Pieters (-9) y Gavin Green (-9). En sexta plaza se ubicó finalmente un Sergio García (-7) que anduvo mucho más cerca del triunfo de lo que haya podido parecer.

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Es la undécima victoria de Graeme McDowell en el European Tour, la primera desde el año 2014 y la decimocuarta de su carrera, si les unimos las tres regulares en el PGA Tour. Se mete de nuevo en el top 50 del mundo, un club exclusivo en el que no estaba desde el 28 de junio de 2015. Han pasado cuatro años y medio. Se dice pronto. Este triunfo le abre las puertas del Masters de Augusta, aunque se tendrá que mantener en el top 50 en las próximas semanas. No juega el Grande de la Chaqueta Verde desde 2016. Sus lágrimas de emoción durante la entrevista posterior al último putt del hoyo 18 estaban más que justificadas.

McDowell gana, llora y Padraig Harrington ríe a carcajadas. Se lo pueden imaginar. De repente, hay que contar con G-Mac en la carrera para estar en la próxima Ryder Cup de Whistling Straits, un jugador que en París hace poco más de un año había sido vicecapitán. La posibilidad de tener a McDowell en la Ryder es una alegría para cualquier capitán y seguidor. Pocos luchan como él. Pocos tienen su garra. Y su balance en este torneo es fantástico. Por si fuera poco, ha ganado por delante de Dustin Johnson, Phil Mickelson y Brooks Koepka… Como para que Harrington no esté emocionado mirando la televisión…

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