Inicio Grandes Circuitos John Montague: el misterio del «mejor golfista de la historia»

John Montague: el misterio del «mejor golfista de la historia»

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John Montague.

Se decía que John Montague podía pegar con el drive 45 metros más largo que Bobby Jones. Los afortunados que pudieron verlo jugar afirmaban que era capaz de dejar a menos de tres metros del hoyo cualquier approach de más de 180. Se comenta que batió el récord del campo de Palm Springs durante cuatro días consecutivos y que promedió durante dos años 68 golpes en el Lakeside Course, un par 72 situado en Hollywood. En ese mismo campo era el único capaz de alcanzar de dos golpes el green del hoyo 18, un par 5 de 503 metros, y presumía de llegar a green de uno en el 9… con el putter (274 metros). Hablamos de los años 30 del siglo pasado.

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George Von Elm, campeón del US Amateur y del US Open Championship en aquellos años, aseguró que era «el mejor jugador de golf que había visto». Entonces, por qué nunca jugó un torneo. Por qué era tan celoso de su intimidad. Por qué nunca quiso ser fotografiado en público, hasta el punto de que llegó a romper la cámara de fotógrafo que le tomó unas imágenes y al que después compensaría con unos 100 dólares.

Todo lo que rodeaba a Montague era un misterio. Se hizo muy amigo de las estrellas de Hollywood del momento. Tenía una relación muy estrecha con Bing Crosby y es famosa una apuesta que se cruzaron. Montague se jugó cinco dólares por hoyo a que era capaz de ganar a Crosby utilizando un bate de béisbol, una pala y un rastrillo. Y así fue. En el hoyo 10 de Lakeside, el primero que jugaron, pegó con el bate una salida de 274 metros que acabó en el búnker de green. Después, hizo una sacada con la pala y metió el putt de birdie de unos siete metros con el rastrillo. Las crónicas de entonces no aclaran su utilizó la parte de atrás de la cabeza del rastrillo y el mango a modo de palo de billar. Sea como fuere ganó el hoyo a Crosby, que hizo un par sólido pateando para birdie desde nueve metros. Crosby era un hándicap 3 en aquella época.

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Aquella genialidad de Montague sí se dio a conocer. Los periódicos contaron lo que allí había ocurrido y que se trataba de un jugador de otra galaxia. Los artículos llegaron hasta una comisaría del estado de Nueva York. Dos policías leyeron la historia un 11 de junio de 1937 y dedujeron que aquel personaje podía ser en realidad Laverne Moore, un fugado de la ley al que se llevaba persiguiendo durante siete años por un delito de asalto con lesiones en un restaurante. El perfil de Montague cuadraban. Sabían que Moore era un golfista muy habilidoso y un extraordinario jugar de béisbol.

Tras varios intentos fallidos, ya que Montague estaba muy protegido por sus influyentes y poderosos amigos de Hollywood, la policía de Nueva York consiguió la extradición para someterlo a juicio. Desde el principio, Montague admitió que su verdadero nombre era, efectivamente, Laverne Moore, pero negó su participación en los hechos. Su defensa, pagada por los actores y cómicos de Hollywood, preparó una estrategia muy sólida para montar la coartada de que ese día estaba en casa con su madre y sus hermanas, algo que ellas mismas corroboraron.

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Las hazañas de Montague, que jugó al béisbol con los Boston Braves, corrieron como la pólvora entre la opinión pública y rápidamente se convirtió en un héroe a ojos del gran público. Pese a que se acusaba a Moore de haber golpeado y dejado sordo de por vida al suegro del dueño del restaurante, que intercedió para evitar el robo (sustrajeron 800 dólares de la caja), el jurado lo declaró no culpable. El juez tuvo que dar por bueno el veredicto, aunque dejó claro en su escrito que no estaba de acuerdo con esa decisión. Él sí creía, a la vista de las pruebas, que era culpable. El asalto se llevó a cabo por cuatro personas que escaparon en dos coches distintos. Uno de ellos fue interceptado por la policía y allí se encontró documentación de Moore y un juego con 17 palos de golf.

Unos días después de ser absuelto de los cargos, Moore jugó un foursome de exhibición en el recorrido Fresh Meadow de Long Island. Fue tal la expectación que en el hoyo nueve tuvieron que dejar de jugar por la cantidad de público que había. No era posible jugar. Él formó pareja con Sylvia Annenberg frente a Babe Ruth, una leyenda del béisbol americano y Babe Zaharias, una de las mejores golfistas de la época, si no la mejor.

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Una vez superado el juicio, Montague sí intentó alguna incusión en los torneos oficiales de competición, pero nunca tuvo demasiado éxito. Se explicó entonces, por los periodistas de la época, que no llevaba muy bien la presión de jugar delante de mucho público.

Murió en Syracusa en 1972.