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La vida (y algún que otro milagro) de la ‘cirujana’ Marta Figueras Dotti

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Marta Figueras-Dotti, en la Solheim Cup.

Si no se hubiese cruzado Louis Bastanchury en una escala de camino a las Islas Fidji, probablemente Marta hoy estaría en la primera línea de batalla frente al Covid-19, ya que su objetivo era ser cirujana y a ello dedicó tres años de carrera. Pero su vida dio un giro, uno de tantos, cuando viajaba camino al Campeonato del Mundo Amateur por equipos.

Lo que siempre tuvo claro es que, siendo médico o golfista, quería tener una conexión fuerte con el golf y, tras 38 años como profesional, ha pasado a ser la cirujana del Ladies European Tour. Se le presentó un paciente enfermo, hizo un diagnóstico, una operación a corazón abierto y, como en tantos casos que estamos viviendo, un resultado positivo, aunque la situación actual se pueda considerar una recaída para el deporte a nivel mundial, del que sí o sí se va a recuperar.

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Marta Figueras-Dotti, aunque no fuese lo que más le apasionase del mundo, siempre ha estado unida al golf. “Empecé a jugar por mi padre, por darle una alegría porque a mí me gustaban los deportes en general, pero sabía que eso le haría feliz. Yo tenía una conexión muy especial con él y nos íbamos juntos al campo de Davos, en Suiza, y lo pasábamos de cine. Discutíamos mucho también, porque los dos somos de carácter fuerte, pero una vuelta de golf te da tiempo para discutir y reconciliarte varias veces, y esos hoyos juntos no me los quita nadie”.

Así, Marta tomó el relevo de la primera profesional de golf de España, Elvira Larrazábal, y dedicó su vida al golf rompiendo todas las barreras que hasta ese momento nadie se había atrevido. “La vida de Elvira Larrazábal me parece apasionante y en cierto modo me siento identificada cuando dice que jugó al golf por su padre. Siento mucho que ella no pudiese competir cuando se hizo profesional, algo que tuve la suerte de poder hacer yo por ella y así abrir las puertas a muchas jugadoras”.

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Fue con 25 años, en 1982, el año de Naranjito, del Mundial de fútbol de España, cuando tomó la decisión de vivir realmente del deporte: “Disfruté muchísimo de mi temporada como amateur, pero cuando me vi a la altura de las profesionales al ganar el Open Británico, supe que era mi momento. A partir de ahí todo cambió. Supuso un antes y un después en mi vida. Si fui valiente o no, no lo sé, sí sé que fui decidida. En cierto modo sentía un poco de egoísmo. Iba a dedicarme a mí, a lo que a mí me gustaba, a lo que me llenaba, aún sabiendo que iba a enfrentarme a momentos buenísimos y otros no tanto, porque es lo que te da el golf, que te lleva de lo más alto a lo más bajo en unos pocos hoyos de golf”.

“Recuerdo mi primera victoria profesional en el LPGA como si hubiese sido ayer. Fue en Hawaii, llegamos allí, todo era maravilloso pero había un vendaval tremendo, tormentas horrorosas y no podíamos ni entrenar. Al final practicamos 12 hoyos porque había muchos hoyos cerrados por agua, y me entró la ansiedad de no conocer el campo. Ese invierno había empezado a trabajar con un psicólogo deportivo, David Wright, y me pasaba el día hablando con él, tenía un estrés horroroso. Y la verdad es que lo gestioné súper bien porque escuchaba por las noches las cassettes que él me mandaba con lo que hoy en día se conoce como mindfulness. El jueves cuando empezó el torneo hacía un tiempo espantoso y salí sin expectativas; pensé, estamos aquí, un sitio estupendo, un tiempo malísimo, pero con aguantar, puede valer. Estaba muy tranquila, en paz. Lo hice muy bien los cuatro días. Al final me puse nerviosa y eso que nunca fui de líder, pero la clave estuvo en concentrarme y asumir los errores que cometí por las condiciones adversas sin venirme abajo ni permitir reacciones negativas. Consistía en jugar lo suficientemente bien para ganar, me centré en mí misma, en mi juego y ahí quedó el resultado. Fue fantástico”.

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El palmarés de triunfos de Marta Figueras-Dotti es ya por todos conocido: cuatro victorias en Estados Unidos, tres en Europa y a ello hay que sumarle los triunfos logrados cuando decidió vivir el golf “desde la barrera”, es decir, ayudando a otros a que triunfaran como lo hizo ella.

Así, puede sentirse orgullosa de tener mucho que ver en la formación de triunfadoras como Carlota Ciganda o Azahara Muñoz, cuando Marta era la entrenadora del equipo nacional femenino en la Real Federación Española de Golf: “una etapa preciosa pero que no tuvo el final más feliz”.

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Porque la vida de Marta no ha sido, precisamente, un camino de rosas. Como dijo su gran amigo Salva Luna: “nunca ha elegido el camino fácil”. Y la vida le ha ido dando palos para probar su fuerza. El primero fue cuando murió su padre en el año 1988. “Era un pilar importantísimo en mi vida. Me apoyó en todas mis decisiones, aunque no estuviese de acuerdo con ellas. Su muerte me hizo abrir los ojos a muchas cosas que desconocía. Por supuesto, mi juego se vio afectado e incluso se publicó mucho en aquella época porque pasé de estar en los primeros puestos de las clasificaciones, a no dar una. Pero como todo en la vida, no me quedaba más remedio que salir adelante”.

Poco después, cuando estaba en su mejor momento profesional, le diagnosticaron un cáncer de tiroides que le alejó unos meses de la competición. “Lo peor de todo no fue la operación, que fue todo fenomenal, sino que, al dejar de competir unos meses, no pude jugar la primera Solheim Cup, la que se celebró en el año 1990. En aquella época no había un sistema de puntos como ahora, la jugaban las mejores del ranking y yo estaba clasificada para el equipo, pero la capitana, Mickey Walker decidió prescindir de mi por mi operación. Me llevé un disgustazo tremendo, pero fue por el bien del equipo”.

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Después de aquello remontó y llegaron sus mejores victorias y sus mejores momentos. Compitió hasta el año 2001 que empezó a entrenar al equipo nacional femenino y a las jugadoras de la Blume, y llegaron los mejores tiempos para el golf femenino amateur. Fue capitana del equipo europeo de la Junior Solheim Cup, seleccionadora del equipo femenino para los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, vicecapitana de la Solheim Cup, entrenadora de profesionales de golf y desde el año 2018 presidenta del Ladies European Tour.

Marta, a quien Emma Villacieros llamaba “la ley del silencio” porque no abría la boca, dio un cambio radical y no tiene pudor en luchar contra las injusticias, como se puede ver en sus redes sociales.

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“Me pidieron que entrase en el Consejo del Ladies European Tour porque saben que no me callo, que soy muy directa y que, cuando me pongo un objetivo, voy a por todas. En aquel momento no era consciente de lo que me iba a encontrar, ni de todas las decisiones tan duras que tendría que tomar. Ha sido una época complicadísima hasta que hemos visto la luz. Ha sido una tremenda labor en equipo de reanimación de un circuito que estaba agonizando. Pero ahí debió salir mi vocación de médico y nos dedicamos en cuerpo y alma a sacar adelante a este paciente, con todas sus consecuencias”. Y no lo tuvo fácil ya que este reto profesional vino acompañado de una complicadísima situación personal, una auténtica carrera de obstáculos: una enfermedad autoinmune de su hijo Nico, el fallecimiento de su madre, el diagnóstico, operación y tratamiento de quimioterapia de un cáncer de colon, y para colmo, un diagnóstico positivo de Covid-19.

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“Una racha dura, sí, pero he salido de todo ello. Me he dado cuenta de la importancia que ha tenido el golf en cada momento de mi vida: sus valores, el esfuerzo, la tolerancia a la frustración y, sobre todo, a no venirte abajo en los malos momentos, me han ayudado a salir de todas y cada una de estas situaciones. Y aquí estoy. Gracias a Dios lo puedo contar todo. He aprendido que la actitud con la que te enfrentas a todo en la vida, es fundamental”.

Y con esa misma actitud mira hacia delante, a pesar de la situación actual, con positivismo: “estamos en una suspensión mundial pero saldremos de esta. Saldremos de forma diferente, pero mirando al futuro. A lo largo de mi vida he cometido errores, pero también aciertos, y uno de ellos fue llegar a un acuerdo con el LPGA, R&A y ET antes de que todo esto ocurriese, y ante la situación, caminamos de la mano más fuertes que nunca. No es momento de tomar decisiones, el tiempo y la situación nos irán marcando los pasos, pero si alguien duda de que este virus se puede llevar por delante el Ladies European Tour ya digo que no, que seguirá adelante con la misma ilusión con la que empezamos esta década y saldremos todos reforzados”.

Un magnífico diagnóstico de quien pudo ser la cirujana del Covid-19 y ahora lo es del golf femenino europeo.