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El español quita hierro a sus dos reveses en Bay Hill

Esto que dice Rahm nos suena a todos de algo…

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El golf tiene un componente compartido con otros deportes, pero seguramente hay cosas inexplicables, casi esotéricas, que provocan que pases del cielo al infierno, en tono metafórico, en cuestión de un día para otro, con horas de diferencia. Cuando todo va a pedir de boca, llega un momento, nadie sabe por qué, que se va al garete, por el sumidero. Esa experiencia la vive desde un amateur que lleva unos meses dándole a la pelota a profesionales consolidados, a los mejores del mundo.

«Cuando las cosas van tan bien durante tanto tiempo, los dioses del golf deciden humillarte un poco». Palabra de Jon Rahm, que compareció en Ponte Vedra Beach dos días antes del inicio de THE PLAYERS, acerca de los «dos días malos, no tres» que tuvo la semana pasada en el Arnold Palmer. ¿Qué golfista no se siente identificado con su discurso? ¿Quién no lleva una racha de buen juego y de buenas a primeras la vuelta se tuerce, el driver no va recto, los hierros se dislocan y el putt se pide el día de permiso? A Rahm, faltaría más, también le ocurre, aunque viniera de una racha fabulosa desde principios de año con tres triunfos en la buchaca y un juego apabullante.

Quizá por ello, lo mejor sea tomárselo con filosofía. «No, no es para tanto. En Bay Hill pegué cinco tiros en el agua, cuatro desde el tee, y casi todos estuvieron muy, muy cerca de estar en tierra firme. Así que sería muy fácil para mí pensar que algo tiene que cambiar. Si eliminara la mayoría de esos golpes, estaríamos hablando de haber acabado cerca de los 20 primeros. Si hubiera estado jugando en Riviera o Torrey Pines o en un campo diferente, todos esos golpes hubieran estado en juego, podría haber gestionado mi juego», apunta el campeón español, quitando hierro a esas dos rondas (viernes y sábado) de 76 que se anotó en el Arnold Palmer y que lo impidieron estar arriba peleando por el campeonato.

El factor Bay Hill también cuenta. «Estamos hablando de un campo de golf muy, muy difícil jugando bien, por lo que si ni siquiera tienes tu mejor día o estás en tu mejor momento, va a ser complicado hacer un resultado bajo par. Son cosas que pasan. Es golf. Cuando las cosas van tan bien durante tanto tiempo, los dioses del golf deciden humillarte un poco, y me costó… ya sabes, me tocó sufrir eso durante un par de días», añade el vizcaíno, quien saca conclusiones positivas a su final de torneo: «Llegó al domingo y terminé realmente fuerte en los últimos siete hoyos, del 12 al 18. Estaba muy contento por eso. Así que hay que seguir adelante. No hay nada que mirar, de verdad. Fueron un par de días malos». Amén.

Rory McIlroy elogió el excelso rendimiento de Jon Rahm desde que se hizo profesional e incluso desde su época universitaria. El norirlandés aplaudió cómo ha sabido canalizar para bien la furia que antes exteriorizaba y ahora es mucho más contenida. El vasco dijo al respecto que su rabia ha sido un motor la mayoría de las veces, pero no siempre: «Todos tenemos nuestros defectos en el campo. Durante la mayor parte de mi carrera, enfadarme me ha ayudado mucho, pero a veces ha sido un perjuicio y especialmente en algunos Grandes. Así que sigo aprendiendo poco a poco, es experiencia y madurez. Son lecciones de vida. Para mí, es un trabajo constante. Es algo con lo que tengo que lidiar en el campo casi siempre. Está mejorando y espero que siga haciéndolo».

A propósito de las dificultades que acechan las banderas finales, comparando Bay Hill con el Stadium Course del TPC Sawgrass que alberga THE PLAYERS, Rahm sostiene que «estos tres últimos son un poco más difíciles que Bay Hill, pero si tenemos las condiciones de los greenes en este torneo que tuvimos la semana pasada, estos tres serían mucho más difíciles».

Al morrosko de Barrika se le viene un poderoso recuerdo cada vez que habla sobre el denominado como quinto Grande: «Lo primero que me viene a la mente es el viejo trofeo de cristal». No obstante, cuando rebobina le asaltan a la cabeza golpes espectaculares como «el famoso putt de Tiger en 2001 en el 17, obviamente a Adam Scott golpeando en el agua en el 18 y ganando y un par de momentos que he vivido yo mismo, como el drive de Rory en el 18 o el hierro 2 de Jason Day en el último hoyo, y lo difíciles que eran los greenes ese año».

Un competidor nato como él siempre sale a ganar, pero a un torneo de esta envergadura llega con una motivación extra: «Ya tuve mi oportunidad de ganar THE PLAYERS y no la aproveché, así que me encantaría volver a tenerla. Es algo muy grande porque es un torneazo. Espero que cuando termine mi carrera, sea uno de esos jugadores que puedan considerarse campeones del THE PLAYERS».