Patrick Cantlay y Xander Schauffele se vieron por primera vez un mes de noviembre de 2011. Schauffele estaba dando sus primeros pasos en la universidad de Long Beach State, mientras que Cantlay era ya una súper estrella del golf amateur. De hecho, era el Número 1 del mundo. Defendía los colores de UCLA.
El destino los puso a jugar juntos en la primera jornada del Gifford Collegiate Championship, un torneo de la NCAA que se jugaba en el recorrido CordeValle de California. Aquel día dejó una profunda huella en Schauffele.
«Ya sabéis cómo es Patrick cuando se mete en su burbuja. Estoy convencido de que no se acuerda de nada. A mí se me quedó grabado. Él hizo 65 golpes y yo 78. Cuando acabé de jugar me dije: este tío es muy bueno y yo estoy muy lejos, me queda mucho trabajo por delante», recordaba ayer Schauffele después de ganar el Zurich Classic of New Orleans del PGA Tour formando pareja, precisamente, con Cantlay.
La memoria de Schauffele, eso sí, le jugó una mala pasada. Uno de los datos no era exacto. Le corrigió el propio Cantlay. «Hice 63 golpes, no 65». Risas generalizadas. ‘Patty Ice’, como se conoce a Cantlay por esa extraordinaria capacidad de concentración e inexpresividad que le permite evadirse del mundo durante las rondas de golf, demostró aquí que también tiene su lado humano.
Efectivamente, una vez chequeado el dato, Patrick hizo 63 y Schauffele firmó 78. Fueron 15 golpes de diferencia en 18 hoyos. Un mundo. «Quién iba a decir entonces que hoy estaríamos aquí los dos celebrando un título por parejas. Es una bonita manera de cerrar el círculo», remata Xander.
Más allá de la anécdota de 2011, lo cierto es que Cantlay y Schauffele son muy amigos y es una de las claves de su triunfo en el Zurich. «Yo diría que se podrían completar las frases uno a otro de la buena química que tienen», asegura Jamie Mulligan, entrenador de swing desde hace años de Cantlay.
La relación de ambos se estrechó muchísimo en la Presidents Cup de 2019. Tiger Woods y Fred Couples detectaron la química y los pusieron a jugar juntos. Desde entonces son inseparables. Incluso se van de vacaciones con sus respectivas mujeres, tal y como hicieron antes de la Ryder Cup de Wisconsin el año pasado.
«Con Xander me puedo mostrar tal y como soy. Los dos estamos muy cómodos», explica Cantlay. Veremos hasta dónde llega esta dupla. Habrá que seguirlos de cerca tanto en la Ryder Cup como en la Presidents. De momento, han jugado seis partidos, cuatro de foursome y dos de fourballs y el balance es de cuatro victorias en los foursome y dos derrotas en los fourballs. Paradójicamente, esta semana donde han reventado el torneo han sido en el formato de mejor bola. Hicieron 59 golpes el jueves y 60 el sábado. Ahí dictaron sentencia.
El domingo fue casi de paseo para los dos. Salieron con cinco golpes de ventaja y su liderato nunca llegó a estar en peligro. Les bastó con una vuelta de par para ganar con -29, récord en la historia del torneo, y dos golpes de diferencia respecto a Sam Burns y Billy Horschel. Una bola al agua en el hoyo 16 cuando estaban en pleno ataque terminó por decidir el torneo. Salvaron el par en un hoyo, un par 4 corto, que ofrece una buena opción de birdie. Todo terminó con un bogey en el 17. Schauffele y Cantlay salieron con tres golpes de ventaja al 18 y les sirvió un bogey para cerrar el círculo que se abrió hace once años.
Por cierto, aquel Gifford Collegiate no lo ganó Patrick Cantlay sino Steven Lim y Schauffele se rehizo después del 78 inicial para acabar con dos vueltas de 72 y 73 en el puesto 30º.
