Collin Morikawa (-19) ha ganado el Workday Charity Open, imponiéndose a Justin Thomas (-19) en el tercer hoyo de un desempate al que se llegaba después de que Thomas firmara sendos bogeys en los hoyos 16 y 18 y Morikawa, además, intercalara entre ambos errores un espléndido birdie en el 17. Un eagle galáctico del de Kentucky en el 15 parecía haber echado el telón al torneo, puesto que Justin tomaba allí una ventaja de tres golpes que se antojaba infranqueable. Pero ya sabemos por dónde se pasa a veces este deporte los antojos y las previsiones aparentemente más razonables…
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Ahí está el 66 de Morikawa en la ronda definitiva que acredita por sí solo todos los méritos del ganador. Ha sido, además, el segundo desempate que ha jugado el joven de Los Ángeles en los últimos cinco torneos del PGA Tour. Uno lo perdía ante Daniel Berger y este otro lo ha ganado. Este chico de 23 años se ha empeñado en despejar las incógnitas y confirmar las expectativas por la vía rápida: mañana será número 13 del mundo y ya no cabe la menor duda de que nos hallamos ante un nuevo fenómeno en el olimpo del golf mundial. Sin embargo…
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Sin embargo, queda una sospecha latente, referida tan solo a esta semana y a este torneo: ¿no ha sido Thomas quien, a pesar de todo, ha entregado la victoria a su joven rival? Hasta cierto punto, así ha sido. De entrada, dando alas a sus dos jóvenes compañeros de partido, Morikawa y Viktor Hovland (-15), con unos primeros siete hoyos deficientes y erráticos, en los que cosechaba dos bogeys y dilapidaba la importante ventaja con la que salía de inicio. No obstante, en un abrir y cerrar de ojos (en el tiempo que iba del green del 7 al tee del 8), Thomas recuperaba esa versión nuclear, exterminadora, que no ha dejado de mostrar con cierta frecuencia en los últimos años y que en esta ocasión lo llevaba a un parcial de siete menos en los siguientes ocho hoyos, con un maravilloso eagle en el 15 incluido y después de sacar adelante dos peliagudas recuperaciones en los hoyos 12 y 13. Después, el ya referido final de vuelta, con dos errores en las salidas del 16 y 18 nos llevaban a un sorprendente play off. En el primer hoyo de desempate, a Thomas todavía le llegaba para dar un último zarpazo de auténtico genio, embocando un putt de locura, con mucha caída de izquierda a derecha y quince metros de longitud. Sin embargo, Morikawa también enchufaba el suyo, desde unos siete metros. En el segundo hoyo de desempate cobraba de nuevo ventaja Thomas pero tampoco acertaba con el putt definitivo. Y luego Morikawa liquidaba el asunto en el siguiente hoyo, jugándolo de manual y ante un nuevo error de su oponente en la salida.
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Lo gracioso del asunto es que el ascenso meteórico de Morikawa (no olvidemos que suma ya dos victorias en el PGA Tour en tan solo 26 torneos disputados en este circuito, dos de ellos todavía como amateur), no responde al perfil que se lleva hoy, el que flipa a todos los jóvenes, el del pegador impenitente y ‘empetado’: tampoco puede decirse que vaya muy corto, pero el californiano no está ahora mismo ni entre los cien mejores pegadores del PGA Tour de la presente temporada. Un ejemplo: de media, su drive se queda unos 25 metros más corto que el de DeChambeau. Otro ejemplo más doméstico: es verdad que Morikawa suele guardarse una sexta marcha desde el tee, pero si hablamos de medias, no pega más lejos que Nacho Elvira o Jorge Campillo. Sin embargo, otra cosa es cuando se consultan otras estadísticas gruesas, tales como los golpes ganados a la media de tee a green o la de greenes en regulación, donde aparece entre los mejores.
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Y está muy bien que así sea, que el golf no sea el cortijo de ningún perfil. Bienvenidos sean los ‘morikawas’, igual que lo son los ‘dechambeaus’, ‘hovlands’ y ‘wolffs’.
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Así recibió Morikawa su trofeo como ganador del Workday Charity Open
