Inicio Grandes Circuitos PGA Tour Descubriendo el lado menos conocido del ‘Fenómeno Ancer’
Ramón Bescansa nos dibuja las líneas maestras de uno de los mejores golfistas del mundo

Descubriendo el lado menos conocido del ‘Fenómeno Ancer’

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Abraham Ancer, con el trofeo de campeón del WGC FedEX St Jude Invitational. (© Golffile | Scott Halleran)

No hay aficionado al golf en el mundo que no sepa bien quién es Abraham Ancer. Si aún había algún despistado, el golfista mexicano se encargó de dejarle bien claras las coordenadas de su posición al conseguir la brillante victoria en el WGC FedEx St Jude Invitational, seguramente el último de la historia, hace ocho días.

De Ancer sabemos que es un gran jugador que falla pocos golpes, sólido como el acero, con el rictus siempre serio y concentrado en el campo y un enorme competidor. Pero qué más hay detrás de todo eso. Queremos saber. En algún lugar de Nueva York, el gallego Ramón Bescansa atiende la llamada de Ten Golf. Tiene una cita con Roberto Díaz, también golfista mexicano, para tratar de poner a punto su putter antes de las finales del Korn Ferry Tour. Después acudirá al Liberty National para el primer playoff de la FedEx Cup que comienza el jueves. Allí le espera un escuadrón, su escuadrón, todo los jugadores con los que trabaja el putt y que han acabado el año entre los 125 primeros de la FedEx: Ancer, Carlos Ortiz, Harris English, Chris Kirk, Russell Henley, Keith Mitchell y Harold Varner III. Palabras mayores. Un gurú de los pies a la cabeza.

Bescansa es el entrenador de putt de Ancer desde hace años y su amigo desde hace aún más. Él nos puede contar con fundamento quién es Abraham más allá de lo que se ve dentro de las cuerdas. «Es un fenómeno con el que da gusto entrenar. Tiene las ideas muy claras y como persona es un diez. Es muy trabajador y tenemos una buena amistad. De hecho, fuimos amigos antes que colaboradores, ya que lo conocí hace ya mucho tiempo a través de Roberto Díaz», asegura a modo de presentación que promete.

Ancer es casi un autodidacta de su swing, lo que le ha llevado a tener un conocimiento extremo de lo que hace con el palo. Es impresionante hasta qué punto conoce su juego. «Da igual lo que le preguntes sobre su golf porque siempre tiene la respuesta… y eso no ocurre con muchos jugadores. Obviamente, como todos, no siempre le pega bien, sin embargo cuando se sale del swing da gusto ver cómo trabaja para conseguir que las cosas vuelvan a su sitio. Lo hace simple y fácil, estar cuadrado, la posición de la bola y no mucho más… Tiene la virtud de no complicar el golf más de lo debido», asegura Bescansa.

Una sesión de bolas en el campo de prácticas con Ancer puede ser una gozada y la mejor demostración de la brutal exactitud con la que conoce su juego. «Hay muy pocos en el mundo que le peguen a los hierros tan bien como él. Yo diría que una de sus grandes virtudes es el control de las distancias. Es alucinante. Cuando pegamos bolas en el campo de prácticas y decimos, venga, ahora vamos a hacer 125 yardas, en cuanto sale la bola lo acierta, esa va a hacer 123, esa 127, la otra 124… y las clava. Siente el golpe como pocos. Es muy bueno», afirma.

El mejor baremo para medir cómo está el juego de Abraham es ver lo que es capaz de hacer con la bola. Otra de sus grandes virtudes es mover la pelota a su antojo, algo que al mismo tiempo le sirve de banco de pruebas infalible. «Cuando el swing de Abraham está bien es capaz de pegar todos los golpes con soltura. Le encanta mover la bola y lo mismo te hace un fade que un draw o te pega una bola alta y después una baja. Es el mejor indicador de que se siente cómodo», apunta.

En tiempo de pegadores puede llamar la atención el extraordinario rendimiento de Abraham Ancer, un golfista que a bote pronto ninguno de nosotros seguramente situaría entre los principales pegadores del mundo. El asunto tiene truco y nos lo desvela Ramón. «Es mucho más largo de lo que puede parecer a simple vista. No tiene la envergadura de otros jugadores, pero mueve el palo a 115-116 millas por hora, que está muy bien para su altura y, sobre todo, sabe utilizar muy bien el suelo. Trabaja muy bien la rodada por el fairway. En terrenos duros es capaz de sacar mucha ventaja porque puede pegar con todos los efectos y así exprimir esos metros que le permiten ir largo. También trabaja duro en el gimnasio. Cuida muchísimo la parcela física. De hecho, hay veces que arregla un pequeño problema en el swing en el gimnasio y no se vuelve loco en el campo de prácticas. Siente que no se está moviendo bien y lo corrige con unos ejercicios muy especifícos», explica.

Sea como fuere, no verán a Ancer darle la vuelta a su swing o buscar cosas extrañas por ganar más distancia. «Lo irá haciendo poco a poco, pero nunca se va a salir de sus dos grandes objetivos. Su máxima es estar siempre por encima del 70 por ciento de calles cogidas y por encima del 70 por ciento de greenes en regulación», comenta Bescansa.

Ancer es muy ambicioso y aún le queda margen para alcanzar su techo… si es que alguna vez lo encuentra. «Quiere hacer mucho en el golf, tiene mucha hambre y entrena muy bien. Una de sus grandes virtudes es la inteligencia. Quiere ir paso a paso, siempre hacia adelante, pero sin correr. Era top 20 del mundo sin haber ganado en el PGA Tour y eso habla de su consistencia. Haber conseguido su primera victoria le va a quitar presión, aunque nunca se obsesionó con ganar», señala.

Y aquí es donde llegamos a otro de los puntos fuertes de Abraham: su mentalidad. «Viene de fábrica. Es muy positivo en el campo y busca siempre la manera de hablarse bien. Tiene la enorme virtud de sentirse cómodo en las situaciones más grandes, como en los ‘majors’ o en la Presidents Cup, jugando con Tiger Woods. Sabe lo que tiene que hacer y lo disfruta. Pese a ese semblante serio en el campo, es una persona muy simpática y bromista. Un muy buen amigo», remata Bescansa.