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Dos charlas entre Tiger Woods y su hijo Charlie que no tienen precio

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Dieciocho hoyos de golf dan para para mucho. Si tu compañero de juego, además, es Tiger Woods y se lo está pasando en grande, mucho más. Claro que el simple hecho de poder jugar con su hijo Charlie un torneo apenas diez meses después de su grave accidente de coche era lo más importante, pero la realidad es que Tiger (y su hijo) no entienden otro lenguaje que no sea el de ganar. Hubo dos momentos muy concretos durante la segunda ronda del PNC Championship que no tienen precio.

El primero se produjo en el tee del hoyo 10. Tiger y Charlie venían de hacer tres birdies consecutivos y se habían metido en la pelea por ganar junto a los Daly, los Kuchar y los Thomas. Aún estaban por detrás, pero al menos habían abierto una ventana. Antes de pegar el golpe de salida y arrancar los últimos nueve hoyos, Tiger mantuvo una charla con Charlie. «Le dije que si queríamos tener una opción de ganar teníamos que hacer al menos ocho birdies en los nueve hoyos que nos quedaban. Había muchos equipos empatados con nosotros o por delante y se iban a hacer muchos birdies. Fue bonito hacer esos ocho birdies, una racha muy buena. Hicimos once seguidos, genial, y una pena que se nos escapó el del hoyo 18. Ahí sabíamos que teníamos que hacer eagle para meter presión y obligar a los Daly. Fuimos un poco agresivos con el chip y fue una pena fallar el putt de birdie, pero fue divertido», explicó.

La satisfacción de los Woods es plena, ya que consiguieron cumplir los dos objetivos que se habían marcado para el PNC Championship. «El primero era pasarlo bien, conseguido, y el segundo fue no hacer ningún bogey, conseguido», desveló.

El otro gran momento de la vuelta fue cuando su hijo le dijo que tuviera cuidado. «Tanto el sábado como el domingo hubo un par de ocasiones en las que Charlie me dijo «no vayas a pegar ese golpe porque sabes lo que pasa», en referencia al dolor y a las limitaciones físicas que aún tiene. Pues bien, la respuesta de Tiger a su hijo de doce años fue: «tú sólo preocúpate de tu propio juego», señaló entre risas. Y añadió: «estoy muy agradecido de haber podido jugar este fin de semana con mi hijo. Muy agradecido a los médicos y a los fisios que me empujaban a salir de la cama y trabajar en esos días que no me apetecía y que después, cuando ya quería competir y entrenar más y más, han sabido sujetarme las riendas. Sin ellos esto no habría sido posible y estoy muy agradecido. No he podido jugar mucho con mi hijo este año en Medalist, por lo que el PNC Championship ha sido un regalo».

Otras de las reflexiones curiosas de Tiger tienen que ver con el carácter competitivo que mostró Charlie el domingo, pegando los golpes mejores en los momentos de máxima presión. «En casa siempre competimos. Todo lo que hacemos es competir. Lo mismo da que sea un juego en el putting green, en el campo de golf, jugando a las cartas o lo que sea. Siempre hay competición. Así es que como me criaron a mí y toda nuestra familia es muy competitiva. No nos gusta perder a nada», apuntó.

A Tiger le hubiera gustado andar todas las calles junto a Charlie, pero su físico aún no le da para hacer eso y tuvo que acompañarlo en buggy la mayor parte del tiempo. «Me habría gustado hacerlo andando, pero al menos me entretuve siendo el recoge bolas de la partida, iba recogiendo las de Matt Kuchar, la mía, la de Cam… todas las que no se utilizaban las iba recolectando con el buggy», señaló entre risas. La capacidad de adaptación y de ver siempre el lado positivo de las cosas.