El segunda ronda del THE PLAYERS Championship se reanudará a las siete de la mañana hora local de Florida este sábado, seis horas más tarde en la España peninsular. El PGA Tour calcula que terminará en torno a las diez y diez y confían en empezar la tercera ronda a las 10.40 (16.40 en España) por dos tees y en salidas de tres.
El parte meteorológico es bueno, por lo que nadie duda de que se podrán completar las cuatro rondas este domingo sin mayor incidencia. No se esperan lluvias ni tormenta, pero sí habrá viento, lo que dificultará el juego. Según el radar, la intensidad será entre 16 y 24 kilómetros por hora en las dos rondas que restan. Eso sí, con las lluvias caídas durante el viernes, lo normal es que el campo, al menos hoy sábado por la mañana esté más receptivo. De ser así, veremos si finalmente el corte se establece en +2, tal y como apuntaba claramente en la tarde de ayer, o se acaba consolidando en el +1.
Estos son los planes para el THE PLAYERS. Así lo confirmó el viernes de madrugada el director del torneo, Gary Young. Hasta aquí, todo bien. El problema es cuando se le preguntó por el juego lento. Es aquí cuando es inevitable llegar a la conclusión de que el enemigo, definitivamente, está en casa, al contrario. Para Young, y por extensión el PGA Tour, ya que habla en nombre del circuito, no existe ningún problema con el juego lento y la duración de las vueltas de cinco horas y medias, a veces más, es normal.
«No creo que el juego se esté ralentizando. Creo que este campo genera muchas situaciones de pueden producir un ritmo más lento. Hemos visto algunos números grandes y hay hoyos que pueden morder a los jugadores en cualquier momento con resultados altos», explica Young.
Lo más preocupante, no obstante, es que todo marcha según lo previsto. «El ritmo de juego ha sido el esperado. Los primeros grupos terminan en unas cuatro horas y 55 minutos y los más lentos llegaron a las cinco horas y media. Pero eso sólo es una consecuencia de la exigencia que supone este campo por diseño y al tamaño del field. Es un reto meter a tantos jugadores, pero nos sentimos muy seguros de que estamos jugando al ritmo que habíamos previsto», sentencia.
Dicho esto, el enemigo está en casa. Si el PGA Tour considera que cinco horas y media para 18 hoyos es algo normal (y eso que ayer iban camino de las seis horas cuando se suspendió) apaga y vámonos. Realmente, hay poco que hacer. No hay voluntad en el circuito americano por arreglar esta situación que resulta tediosa y de gran hastío para los aficionados, especialmente los que siguen los torneos a pie de campo.
Al final, se trata de un problema de procedimiento. El PGA Tour, según explicó Gary Young, se preocupa fundamentalmente de que los primeros partidos que salen por el hoyo 1 y por el 10 se mantengan en los tiempos previstos (cuatro horas y 55 minutos, que ya es mucho para un partido que no tiene a nadie delante) y lo único que se les pide a los demás es que no pierdan la referencia del partido de delante. En el Circuito Europeo, sin embargo, hay un tiempo de paso establecido para cada partido en cada hoyo y en cuanto se produce algún retraso se les pide que aceleren el paso y se les empieza a cronometrar.
Así las cosas, después de escuchar a Gary Young, queda claro que aún quedan mucho que avanzar en el PGA Tour para que realmente se acabe con un asunto que se ha convertido en una lacra del golf en los últimos años.