Jon Rahm (+1) no estaba para muchas exhibiciones. Demasiado irregular. Demasiado impaciente también en ocasiones. Con la mosca detrás de la oreja desde los primeros hoyos. O dicho de otro modo: demasiado expresivo y a disgusto ante los errores.
Nada que, por otro lado, haya resultado una sorpresa mayúscula. No se trata de ponerle paños calientes a esta primera ronda de golf del español en el RBC Heritage, sino más bien de reconocer (o confirmar) que el bombazo de hace unos días en el Masters y el desgaste mental de aquella última jornada de treinta hoyos en lucha directa por el triunfo, podía dar la cara de alguna manera.
El driver no estaba exactamente en su sitio. Tampoco los hierros, los wedges o el putter. No han faltado en su vuelta salidas espectaculares (que buenos latigazos ha pegado al draw de nuevo, como aquel del 13 en Augusta), o disparos medidos y certeros (muy buenos los de los pares 3 de los hoyos 7 y 14, por ejemplo), pero el juego de Jon ha sido de todo, menos consistente. Y en Harbour Town hay que manejarse con temple de cirujano para de verdad estar en la pelea. Porque hay que coger muchas calles, hay que dejarlas un poquito más cerca de lo habitual y luego, claro, hay que rematar en los greenes.
A pesar de todo, Jon no iba a dejar de luchar con las armas que tenía. Después de arrancar con un buen birdie en el 4 y luego encadenar tres bogeys por la primera mitad de la vuelta, igualaba la dura pugna con el campo con sendos birdies en los hoyos 13 y 14 y, tras tropezar de nuevo en el 16, todavía se dejaba una gran opción de birdie en el 17 que no convertiría.
El juego fue suspendido durante más de una hora por culpa de una tormenta eléctrica y, sí, volvió a tocarle a Rahm el lado malo del cuadro, que después del parón salía frío y producía esa ristra de bogeys. Así que la sesión era suspendida con jugadores en el campo y habrá de terminarse mañana viernes. En el momento de la suspensión por falta de luz Aaron Rai (-6) y Jimmy Walker (-6) amenazaban al líder, Viktor Hovland (-7), con tres y dos hoyos por jugar, respectivamente. Y el corte estaba situado en -1, así que mañana podría irse tranquilamente a -2. En honor a la verdad, ya contaba Rahm con un arranque algo lento o complicado, pero mañana puede necesitar, como mínimo, una tarjeta de 68 golpes para darse la oportunidad de meter la directa durante el fin de semana. No parece una empresa imposible, siempre y cuando el vasco pueda recuperar el equilibrio y la solidez. Recordemos que, si Jon no pasa el corte, a Scheffler le valdría un quinto puesto para recuperar el Número Uno del mundo. Qué se le va a hacer, es la fabulosa (y asfixiante) batalla que nunca cesa por el cetro mundial.
“No ha habido nada particularmente bueno y nada especialmente horrible. Me ha faltado cogerle el ritmo a los greenes para poder hacer una vuelta bajo par. Cualquier resultado bajo par hoy habría sido bueno. Odio poner excusas, pero en la recta final sí he notado el cansancio, con el swing de salida en el 16”, señalaba el jugador español una vez finalizada la ronda.
