Jon Rahm (-7) se fue, volvió, se fue de nuevo, volvió otra vez, se marchó por tercera vez y finalmente acabó volviendo. Todo ello durante la segunda ronda del Mexico Open at Vidanta Vallarta. Y volver, volver, volver… Igual que decía la mítica ranchera magistralmente interpretada por primera vez por Vicente Fernández en 1974. Sin quererlo, el golfista español le ha brindado hoy en Puerto Vallarta un emocionante homenaje al Rey de la música mexicana. El Rey, sí. Lo sigue siendo. En su casa.
Ha sido una vuelta todo alborotada de Jon. No podía ser de otra manera. Arrancó al trantrán, con cinco pares consecutivos, demasiado tranquila para el desafío que había colocado Tony Finau (-13) un tiempo antes. Parecía que se iba, pero volvió. Fue en el hoyo 6. Ahí inició el camino de la locura. Eagle de fábula con dos tirazos y un putt extraordinario de más de doce metros. Le siguió un birdie fácil en el 7 y a punto estuvo de hacer otro más en el 8. Tirazo sensacional y putt de metro y medio que se escapa. Se ponía -8 con más de media vuelta por delante…
Sin embargo, falló el putt y, de repente, la locura pasó a ser todo tortura. Bola al agua en el 9, par 3, y doble bogey. Buen doble bogey, de hecho, después de mandar el tercer tiro al búnker desde la zona de dropaje y arreglárselas para hacer approach y putt. Demasiado riesgo, quizá. Era un tiro muy comprometido y con la bandera muy ajustada. Quién sabe si la adrenalina del putt errado le jugó una mala pasada. Pero si no lo hubiera hecho, probablemente no sería Rahm.
En el 10 sumó otro bogey, el cuarto de seis veces que ha jugado este maldito hoyo. Se volvía a marchar. Caía a -4, mucho más cerca de la línea de corte, que finalizó en -2, que del top 10 del torneo.
Pero Jon volvió por segunda vez. Porque si algo le ocurre al golfista español es que siempre se muere por volver. Vaya como vaya. Y haya pasado lo que haya pasado. Las condiciones de juego no estaban nada fáciles por la tarde, con un viento muy incómodo y sostenido de entre 25 y 30 kilómetros por hora. Firmó tres birdies en los cuatro siguientes hoyos y se volvió a poner con -7.
Pero aún quedaría un tropiezo más. Llegó en el hoyo 16. La bola le abrió más de la cuenta en el segundo golpe y no pudo hacer la recuperación desde el búnker. Una vez más, la tercera del día, parecía que Jon se iba, que se esfumaban sus opciones de victoria, por mucho que aún quedaran 36 hoyos por delante.
Y volvió, por tercera vez, como cantó el maestro de Guadalajara. Volver, volver, volver… Estuvo a punto de hacer el birdie en el 17 con un tirazo a una bandera de nuevo ajustadísima, jugándose el bigote, el de Vicente, claro. No entró el putt, pero sí que embocó el de birdie del 18, de algo más de tres metros para cerrar su vuelta en 68 golpes, siete bajo par, a seis de Tony Finau. Desde el puesto duodécimo. Está ahí.
Rahm tiene el fin de semana por delante para hacer realidad otro de los versos de esa bella canción escrita por Fernando Z Maldonado: llegaré hasta donde estés… Ese es el único objetivo desde ya mismo del jugador vizcaíno, llegar hasta donde esté Finau, o el líder que toque. No existe otra cosa.
Porque, eso sí, admirado Vicente, Jon no sabe perder.
