Jon Rahm (-14) se ha quedado demasiado corto en su intento por ganar el The CJ Cup y su tarjeta final de 69 golpes sólo le ha llegado para terminar en una notable cuarta posición. En situaciones como la de este domingo, de tanta igualdad, ya sabemos qué es lo que decide el nombre del ganador: los detalles. Y en ese delicado equilibrio, el de los detalles, Jon no ha estado fino.
Y eso que su puesta en escena era la que marcaba la mejor hoja de ruta de todas las posibles. Potente y rica, con tres birdies en los cinco primeros hoyos, incluso habiendo ‘regalado’ un birdie en el hoyo 3, donde erraba un putt de menos de un metro (primer gran detalle en su contra). A partir de ese momento, sin embargo, ya nada iba a ser igual. Comenzando por un tripateo inesperado en el hoyo 6, en una situación en la que probablemente el español se sentía con la confianza y la determinación de prolongar ese gran arranque, pues pateaba para birdie desde uno cinco metros y medio…
Todavía volvería a igualar en el liderato, más adelante, pero no era él quien llevaba al resto con la lengua fuera, no tenía el control. Antes bien, los muchachos del partido estelar, Rory, Kitayama y Lee, replicaban sin aparentes agobios y se mantenían listos para el ataque final, con el norirlandés siempre al mando de las operaciones.
Ay, los detalles. Ese putt de birdie en el 11, después de jugar un gran hoyo, que no entraba por milímetros. Esa bola clavada en el bunker en el 14, esa corbata inmisericorde que le negaba el birdie en el 15… Para ganar un torneo de este tipo, además, hay que enchufar algún purito (Rory, por ejemplo, embocaba hoy hasta dos putts desde más allá de los tres metros) y en esta parcela tampoco andaba fino el de Barrika. No había manera.
En cualquier caso, es obligatorio anotarle otro top ten más en su carrera. Otro top 5, para ser más exactos. Además de recordar que, en realidad, ha estado completamente metido en la pelea, dependiendo incluso de sí mismo, hasta el mismísimo hoyo 68 del torneo, si es que señalásemos el bogey del 14 como el auténtico punto de inflexión a la baja, como así parece que ha sido.
