La sonrisa de Justin Rose es la sonrisa de Luke Donald. Es la sonrisa de Europa. El golfista inglés ha vuelto a ganar cuatro años después. Ha conquistado este lunes extraño el AT&T Pebble Beach Pro Am, uno de los torneos más icónicos del calendario del PGA Tour.
Es imposible no mirar este triunfo en clave Ryder Cup. El Viejo Continente no anda sobrado de recursos y recuperar para la causa a un golfista como Rose sería una excelente noticia. Este triunfo, obviamente, no significa que sí o sí lo vayamos a ver en Roma el próximo mes de septiembre, pero lo que sí supone es que se mete en la pelea por estar en el equipo. Si mantiene en otoño el juego mostrado esta semana en la catedral del golf estadounidense, estará a las órdenes de Donald en el Marco Simone.
Rose ha ganado el torneo con una autoridad pasmosa, casi impropia de un golfista que llevaba cuatro años sin cantar victoria. Arrancaba hoy los últimos nueve hoyos de Pebble Beach con dos golpes de ventaja y ha liquidado la situación en cinco hoyos. Ha metido dos putts de birdie decisivos en los hoyos 11 y 13, desde casi ocho y casi seis metros, que se dice pronto, y ha puesto la puntilla con un birdie de libro en el 14, par 5. Ha dejado su tercer golpe a dos metros y ha embocado.
Este ataque resultaba demoledor. Brendon Todd (-15), el más inspirado hoy, no ha podido seguir su marcha. De pronto, todos se han dado cuenta de que peleaban por la segunda plaza. Rose ha jugado los cuatro últimos hoyos con una seguridad y tranquilidad asombrosas, convencido de que el triunfo ya no se le escapaba. Ha sido ese Rose de swing rítmico y paciente que tantas alegrías ha dado a Europa en la Ryder Cup. El Rose del US Open en Merion. El gran Rose. Queda mucho para Italia, pero a los más jóvenes europeos que esperaban con estrenarse este año les acaba de salir un hueso.
Rose ha atravesado una dura travesía por el desierto en los últimos años. Ganó como Número Uno del mundo el Farmers Insurance Open en 2019 y, a partir de ahí, fue cayendo poco a poco. Ese año se aguantó con varios top 10, pero la pandemia le sentó a cuerno quemado. En 2020 falló casi la mitad de los cortes, en 2021 apenas sacó seis top 10 y en 2022 se quedó en tres. Incluso a las malas siempre se las arregló para hacer algún que otro buen resultado. Cierto es que consiguió más consistencia en su juego, nunca volvió a fallar tantos cortes como en 2020, pero le costó darse opciones para ganar, sobre todo en 2022. Hasta ahora…
Curiosamente, Rose rompe la mala racha en un torneo que no le entró por el ojo de primeras. No le gustaba. Debutó en el PGA Tour en 2004 y no lo jugó hasta 2017. Desde entonces, con la de 2023, ha estado en cuatro ediciones. Le debe mucho de lo de hoy a Justin Timberlake, su pareja amateur en 2017. Se lo pasó muy bien con él, acabó sexto y le cogió cariño a la cita. «Creo que juego mejor los torneos donde hay un amateur porque estoy más relajado, más tranquilo», confesaba esta semana.
Rose rompe un muro histórico del golf europeo en este torneo que se disputó por primera vez en 1937. Jamás había ganado esta cita un golfista de este lado del Atlántico. Rose es el primero. Curiosamente, también en Pebble Beach, Graeme McDowell se convertió en 2010 en el segundo europeo desde 1925 en ganar el US Open. Se ve que el campo californiano no da mucho, pero de vez en cuando reparte algún caramelo a los foráneos.
Clasificado para el Masters, el THE PLAYERS, el WGC Match Play y los torneos Elevated
Es también la undécima victoria de Rose en el PGA Tour y se mete directamente en el Masters de Augusta, cita para la que no tenía su plaza garantizada, ya que antes de esta semana estaba más allá del puesto 70 del ranking mundial. Ahora se meterá entre los 40 mejores, por lo que no sólo asegura el Masters, sino que también se clasifica para el THE PLAYERS, el WGC Match Play y los torneos elevated. Un giro de 180 grados en toda regla. Y Europa sonriendo…
